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EL PARALÍTICO

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Por: Laura Cristina Quintana                        

“Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.” Mateo 9:6

En la vida de Jesús vemos que Él se trasladaba de una ciudad a otra. Las Escrituras nos mencionan tres (3) ciudades vinculadas a Jesús:

– Belén, allí nació.

– Nazareth, vivió y creció allí.

-Capernaum,  ni nació ni se crió en ella, pero la llamaba, cariñosamente, su ciudad.

Cada aldea, pueblo ó nación, son de Jesús.

En el libro de Mateo, capítulo 9:1 nos dice que: “Jesús pasó al otro lado y vino a su ciudad. Cuando se supo que estaba en su casa, la gente comenzó  a llegar buscando sanidad unos  y por curiosidad  otros.

¡Qué bueno sería que se oyera así: Está en tu casa y en la mía!

Eran cuatro (4) amigos y se pusieron de acuerdo: “llevar a su amigo paralítico donde Jesús”.

Eran amigos de verdad. Mostraron interés y  frente a las dificultades siguieron adelante. Me imagino que el enfermo pesaba.

Lo cargaron, pero tenían que caminar al mismo tiempo y ritmo. Subir y bajar. Tenían que cooperar para que no se les cayera. Me imagino todo lo que pasaron, pero a pesar de las dificultades siguieron adelante y no se quejaron..

Cuando llegaron, era tanta la gente que había que no pudieron entrar  a su amigo a la casa donde estaba Jesús.

No se sabe de quién fue la idea de llevarlo al techo de la casa. Pero, ¿quién era el dueño de la casa?  Ni lo averiguaron. Subieron al techo, hicieron un hoyo y el paralítico no podía protestar sino dejarse llevar, o sea, tenía que ser obediente.

¿Quién pagó los daños del techo? Tal vez el mismo paralítico o los amigos hicieron un serrucho.

Llegó frente a Jesús. ¡Qué sorpresa! Nada le dijo de su mal. Lo

principal no era el cuerpo sino el alma.

Lo que daña y envenena la vida no es la parálisis sino el pecado.

Jesús lo saludó con palabras  que le dieran confianza a ese muchacho. Le llamó “hijo” para que se sintiera bien, como en familia.

La buena noticia: Jesús le dijo: “tus pecados te son perdonados”.(2)

Hoy perdona los tuyos también.

¡Levántate!  Le dice Jesús. La fe de los amigos se materializó en las palabras de Jesús: “Levántate”. Buen trabajo y fe firme de los amigos.

Pero como en todas partes hay alguien que critica, allí estaban unos escribas que vivían persiguiendo a Jesús, buscando como agarrarlo en una falla. Pero Jesús, los oyó decir: ¡Blasfema! Y les contestó y los puso en su puesto.¿Qué es más fácil, decir: “los pecados te son perdonados, o decir: Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa”(5)

Es importante notar que Jesús no reprendió la enfermedad, sino que le dio una orden al hombre y esperó que él obedeciera en y por fe.

La fe es: “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.(He.11:1).

¡Qué alegría para los amigos! ¡Cuánta fe!

Los amigos son los colores en el arco iris de la vida.

La amistad duplica la alegría.

Te recuerdas de dónde has caído?  Jesús te dice: ¡Levántate!

¿Cuántos amigos te han dicho ¡Levántate! Que te vamos a presentar a Jesús, el Hijo de Dios, que te acompañará siempre, si lo dejas entrar a tu vida.

¡Levántate! del tropezón que te hizo caer.

¡Levántate! De la tristeza y del dolor del abandono.

¡Levántate! Deja atrás esa sequía que  embarga tu alma.

Jesús te espera para sanarte y liberarte de lo que te agobia. No tardes en buscarlo.

¡Levántate! Toma  la Biblia y comienza a estudiarla y  enseñarle  a otros que no la conocen para  que sean salvos, libres y multiplicadores de la salvación que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.

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