
MARLENE LLUBERES
Un techo que se derrumba, un avión que se cae, un terremoto que sepulta personas…
Una tragedia puede suceder, en cualquier momento.
Nuestra existencia en esta tierra es frágil y pasajera.
Los hechos acontecidos lo demuestran.
Entonces, debemos todos, sin excepción, pensar más allá de lo terrenal, en lo que pasará, cuando partamos de esta tierra.
En Lucas 13 vemos una exhortación al arrepentimiento, para todos.
Los que están cerca, santifíquense más.
Los que han permanecido lejos, empiecen a darle valor a lo que Dios le otorga importancia.
Hay una verdad irrefutable, que no podemos ignorar: en este mundo tendremos aflicción.
Es en medio de ella, donde se nos ablanda el corazón, donde levantamos los ojos al cielo.
David decía en el Salmo 119, verso 71:
“Bueno me ha sido ser afligido para que aprenda el debido proceso”.
A fin de cuentas, ¿habrá algo más importante que la vida eterna?
No lo creo.
Tener la seguridad ahora, de dónde pasaremos la eternidad, depende de nuestras decisiones.
Rendir nuestra voluntad a la de Yehoshúa (Jesús) y considerarlo a Él como nuestro amo y dueño, nos marca el camino correcto.
Importantizar y priorizar lo que Dios quiere nos traza un futuro, lleno de esperanza.
Justo en este tiempo, celebramos la cita de santidad de Pesaj, donde hacemos memoria de que Él fue el Cordero del sacrificio, para que nosotros fuésemos libres del pecado y de la muerte.
Entendamos el mensaje.
Puede nuestro cuerpo morir, pero cuando vuelva el Rey de reyes y Señor de señores, seremos levantados para vivir para siempre con Él, si obtemperamos Su llamado.
Cual sea nuestra condición espiritual, siempre Dios nos brinda una oportunidad de enderezar lo que pueda estar torcido.
¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán a menos que se arrepientan». Lucas 13:4-5
Que Dios lleve consolación a tantos hogares embargados por el dolor.
Que los niños que han quedado en orfandad sean cubiertos por Él y establecidos en lugar seguro.
Que como dominicanos, nos arrepintamos de cada feminicidio, de cada crimen, de la hechicería, y del ocultismo… de todo accionar que transgrede los principios escriturales.
Que nos volvamos al Dios vivo.
República Dominicana es nación de Dios
