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Veraz o falsa ¿La propaganda política?

Maguá Moquete Paredes
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Maguá Moquete Paredes (maguamoqueteparedes@gmail.com)

Aunque hoy el término propaganda asume a veces tintes negativos, en alusión al empleo de estrategias deshonestas, ese no era el sentido original. Al parecer, la palabra procede del nombre latino de un cuerpo de cardenales católicos: la Congregatio de Propaganda Fide (Congregación para la Propagación de la Fe). Esta comisión, denominada propaganda para abreviar, fue establecida por el Papa Gregorio XV en 1622 para supervisar a los misioneros. Poco a poco, propaganda vino a designar todo esfuerzo establecido a diseminar una creencia.

La propaganda es una forma de transmisión de información que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando argumentos de una temática.​ Esta es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de medios con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de una audiencia.

La propaganda, en su sentido más básico, presenta información parcial para influir una audiencia. Con frecuencia presenta hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, o usa mensajes controlados para producir una respuesta emocional, más bien que racional, respecto de la información presentada. El efecto deseado es un cambio en la actitud de una audiencia determinada acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales. La propaganda, por lo tanto, puede ser usada como un arma de guerra en la lucha ideológica o comercial

Pero el concepto de propaganda no nació en el siglo XVII. Desde antiguo, el hombre se ha valido de todo medio a su alcance para difundir ideologías o fortalecer su prestigio y poder. Por ejemplo, los faraones construyeron o utilizaban el arte con fines propagandísticos. Estos monarcas egipcios concibieron sus pirámides para proyectar una imagen de poder y permanencia.

Así mismo, la arquitectura romana satisfacía un interés político: la exaltación del Estado. La voz propaganda comenzó a adquirir un cariz generalmente negativo en la I Guerra Mundial, al intervenir los gobiernos para manipular las noticias que se divulgaban de la contienda. Durante la II Guerra Mundial, Adolf Hitler y Paul Joseph Goebbels dieron pruebas de ser propagandistas consumados.

Tras la II Guerra Mundial, la propaganda se convirtió en un instrumento de creciente importancia en la promoción de las políticas nacionales. Tanto el bloque occidental como el oriental lanzaron campañas en todos los frentes para atraer a su causa a los ciudadanos que aún no se habían decantado por ningún bando. Se explotaron con fines propagandísticos todos los aspectos de la vida y la política de las naciones.

En las campañas electorales, así como en los anuncios de las tabacaleras, en las empresas licoristas, y más… es evidente el empleo de técnicas cada día más depuradas y sofisticados. También, sea ha utilizado a supuestos expertos y otras personalidades para transmitir o legitimar la imagen de que fumar constituye un hábito elegante y saludable, en vez de presentarlo como lo que es en realidad: un peligro para la salud pública.

El truco más fácil de que dispone la propaganda es el uso de mentiras rotundas. Otra táctica muy eficaz es la generalización que tiende a oscurecer aspectos importantes de los verdaderos puntos nodales y suelen emplearse para denigrar a colectividades enteras. Verbi gratia: hay países europeos donde se oye y se escribe constantemente que los gitanos (o los inmigrantes) son funestos. Pero, ¿es cierto esta expresión?

Hay quienes desean agraviar a sus adversarios ideológicos; para ello suscitar dudas de su reputación o sus motivos, en vez de atenerse a la realidad. De este modo, le coloca a la persona, agrupación o una etiqueta negativa y fácil de recordar. Los que recurren a las descalificaciones esperan que estas tengan aceptación. La estrategia funciona si logra que el público rechace a ciertos ciudadanos o conceptos por la simple etiqueta, sin evaluar los hechos por sí mismos.

Las descalificaciones han desempeñado un rol poderosísimo en la historia universal. Han destruido reputaciones, han enviado gente a las celdas y han enardecido a los hombres al grado de haber ido a la batalla a matar al semejante.

Aunque los sentimientos sean irrelevantes en lo que respecta a la objetividad de la información o la lógica de un argumento, resultan esenciales para persuadir. Los llamamientos emocionales que son obras de publicistas expertos, que tocan las fibras afectivas con la maestría de un virtuoso pianista.

Los lemas o símbolos son declaraciones genéricas que suelen lograrse para manifestar una postura u objetivo. Dada su vaguedad, es fácil concordar con ellos. El propagandismo también tiene una amplia gama de signos para transmitir su mensaje.

Como vemos, el astuto propagador puede paralizar el pensamiento, impedir que se razonen y analicen los asuntos con claridad, y condicionar a las personas a actuar en multitud. ¡No se deje usar!

Maguá Moquete Paredes es Periodista, Politólogo.