
La perspectiva bíblica sobre el estatus de los inmigrantes dentro de cualquier nación es opuesta a la que actualmente quiere asumirse. En la Biblia no se les da a los inmigrantes a la tierra de Canaán, luego convertido en el reino de Israel los privilegios que muchos buscan y hasta demandan encontrar en la nueva tierra prometida donde sueñan con recomponer milagrosamente sus vidas.
Hace falta en este tiempo una orientación clara sobre los principios bíblicos que toda nación que teme a Dios debe guardar en relación al tema, sin las interpretaciones jaladas por los pelos. El Salmo 32: 12 le dice a Israel y a toda nación «Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, El pueblo que él escogió como heredad para sí.«. Sin embargo, esa nación a consecuencia de desviarse de los caminos de Dios puede decaer de tal forma que los extranjeros o inmigrantes los sometan bajo su dominio. En realidad, no hay diferencia entre una guerra de conquista y una invasión pacífica que trastorne para mal toda la idiosincrasia de los ciudadanos de un país, porque trae consigo la misma consecuencia que es la pérdida de la patria.
El inmigrante debe tener un limite para sus pretensiones y el creyente debe entender que cuando en su patria los inmigrantes adquieren preponderancia en relación a los nativos, eso significa juicio de Dios y que están en riesgo el entorno como lo conoce, el fin de su cultura, costumbres, tradiciones y todo el buen legado de sus antepasados y hasta su libertad para servir a Dios están en peligro.
Deuteronomio 38: 43-46 es una solemne advertencia cuando el pueblo de Dios desobedece a la Palabra de Dios: «El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. Él te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por cola. Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó; y serán en ti por señal y por maravilla, y en tu descendencia para siempre.«
Cónsono con esto los cristianos deben asumir una posición más activa en la problemática de este mundo sin tratar de implantar un gobierno de este mundo. El apego a la Biblia, las leyes basadas en las creencias judeocristianas y el uso del sentido común que Dios ha puesto en el hombre por su gracia, aun en los menos educados debe llevarnos a concluir que no podemos vivir neutrales a esta problemática. La iglesia debe condenar fuertemente la inmigración ilegal hacia y desde nuestro país y llamarle pecado porque lo es. Luego debe hacer un llamado a la práctica de la inmigración legal y apelar a los países ricos para que asignen cuotas de ofertas de trabajo más amplias y con reglas claras sean severas o no. Y debe apelar a que el gobierno dominicano implante un sistema de migración que plantee la cantidad de mano de obra que precisamos cada año, especialmente de Haití garantizando el retorno a su país de la gran mayoría al estilo de las contrataciones de braceros de caña de azúcar del régimen balaguerista.
Me atrevo a especular que los aproximadamente 15 millones de inmigrantes ilegales que Estados Unidos recibió en los últimos años hubieran sido menos de la mitad si se hubiera manejado una política migratoria con un sistema de visas y procesamiento de los permisos de trabajo más flexibles pero basados en unas leyes que den cabida a la mano de obra que la sociedad americana o cualquier país desarrollado necesita para sostener el crecimiento de su economía.
Los inmigrantes ilegales sufren mucho, especialmente discriminación la cual es padecida más cruentamente por las mujeres y niños, quienes soportan de acosos y malos tratos en situaciones de detención. También son destinados a trabajos de agricultura y ganadería, obreros de construcción, empleados de restaurantes, empleos poco remunerados de todo tipo, trabajo doméstico, prostitución, abusos sexuales y agresiones físicas. Incluso hay quienes trabajan en empleos por debajo de su calificación. Otro grupo menos afortunado pierde la vida en el intento. Y si padecen todo esto por su condición de inmigrantes ilegales se podría evitar dándoles la oportunidad de emigrar de forma legal. Muchas iglesias se ven favorecidas por la llegada de estos inmigrantes en los Estados Unidos porque pasan a ser miembros y visitantes asiduos. Es por esto que conjuntamente con la iglesia en el exterior se debe producir un movimiento coordinado que procure que la migración legal y planificada sea la utilizada mayoritariamente desde ahora en adelante.
Propongo que las denominaciones eclesiásticas cristianas dominicanas lideren una jornada para redactar un proyecto que viabilice la disminución de la inmigración ilegal mediante el aumento de la migración legal de manera que todo aquel que se vea en la necesidad o tenga el deseo de emigrar hacia o desde el país, lo haga bajo el marco legal cumpliendo un proceso claramente establecido, sean miembros o no de las iglesias, tomando como base las leyes de los países emisores, receptores y las nuestras. También se les prepararía para gestionar su futuro de modo que puedan planificar vacaciones, inversiones inmobiliarias y su regreso al país para su merecido retiro. Esto sería una iniciativa dominicana con la mejor esperanza puesta en la intervención divina para que otros países los imiten, pero si no lo hacen, nosotros les llevaremos ventaja porque recibiremos un incremento significativo de nuestras remesas.