Por: Rev. Emilio A. Reyes, DDiv
Usualmente no entro en temas de religión, política, ni deportes, pues son asuntos que tienden a emocionar a la gente, llevarlas a la polémica, y a hacer y decir cosas que hieren a los demás. Sin embargo, sin intención de ofender a nadie, y por tratarse de la situación en la que nos encontramos en EE. UU., quiero abordar el tema del derecho a votar, pues hay seguidores de Cristo que se abstienen de hacerlo.
Primero, ejerzo mi derecho a votar según los temas que son importantes para mí, conforme a mi cosmovisión informada por la Biblia, la Iglesia, la tradición cristiana, y mi comunidad latinoamericana residente en EE. UU.
Segundo, ejerzo mi derecho a votar entendiendo que ningún pecado es menos o más importante que otro. Todos los pecados, incluyendo, pero no limitándose al aborto, la homosexualidad, el adulterio, la fornicación, la mentira, el robo, la usura, y la calumnia son acciones que erran al blanco de la voluntad de Dios. Todos los pecados son iguales a los ojos de Dios en el sentido de que cada uno hace a la persona culpable y merecedora de la ira de Dios. La raíz de todo pecado es la autonomía y el reemplazo de Dios por uno mismo. Santiago dijo: “Si ustedes obedecen todas las leyes, menos una de ellas, es lo mismo que si desobedecieran todas.” (Santiago 2:10, TLA).
Tercero, los fundadores de EE. UU. llegaron huyendo de régimen que les querían imponer una religión. Si los estadounidenses modernos queremos imponer el cristianismo, tendremos que hacer cambios a la constitución, pues la enmienda # 1 de la declaración de derechos dice que todo ciudadano tiene libertad de religión. En los en EE. UU. de los fundadores hay lugar para todas las creencias. Hasta hay lugar para no creer. Además, hay lugar para minusválidos, y para gentes de todas las etnias, sean personas de piel roja, amarilla, negra, blanca, o marrón. En los EE. UU. de los fundadores, todos son aceptados. Además, en los EE. UU. de los fundadores, no se aísla a EE. UU. del resto del mundo. Tampoco se le da legitimación a la violencia, la marginalización, ni el acoso. Al contrario, en los EE. UU. de los fundadores se les da buena acogida a los inmigrantes. Bien lo dijo Emma Lazarus en su soneto: “Dame tus masas cansadas, pobres, apiñadas que anhelan respirar libres, los miserables desechos de vuestras orillas repletas.
¡Envíame a estos, los desamparados, azotados por la tempestad, que levanto mi lámpara junto a la puerta dorada!” La grandeza y el verdadero genio de los EE. UU. de los fundadores reside en la diversidad del país.
Cuarto, aunque somos seres humanos con defectos e imperfecciones, debemos buscar candidatos que mejor reflejen las características del Reino de Dios, entre ellas: respeto – 1 Timoteo 5:1-2, justicia – Mateo 23:23, compasión – Efesios 4:32, 1 Pedro 3:8, paz – Juan 14:27, gozo – Gálatas 5:22, igualdad – Efesios 5:21, libertad – Gálatas 5:1, amor – Mateo 22:36-40, generosidad – Lucas 6:30, misericordia – Mateo 9:13, humildad – Efesios 4:2, y unidad – 1 Pedro 3:8.
Quinto, es cierto que los políticos tienden a ser oportunistas. Sin embargo, unos más que otros se aprovechan del racismo y fanatismo de muchos religiosos. No son pocas las cosas que se dicen y se hacen “en el nombre del cristianismo”, pero que en sí son producto de la lujuria, la hechicería y el egoísmo.
Sexto, a continuación, presento 10 razones por las que los seguidores de Cristo deberían ejercer su derecho a votar, escritas por El Dr. Krish Kandiah, presidente de la Escuela de Teología de Londres, y adaptadas para este artículo:
- Votar reconoce públicamente que nos sometemos a la autoridad del sistema político de nuestra nación establecido por Dios. (Romanos 13:1-7)
- La votación reconoce la igualdad de todas las personas y su derecho a hablar y ser escuchada. (Deuteronomio 10:17-19)
- Es una manera en que podemos obedecer el mandato de Dios de buscar el bien de quienes nos rodean y de nuestra nación en su conjunto. (Jeremías 29:5-6)
- Muestra que nos preocupamos profundamente por quiénes son nuestros líderes, ya que se nos insta a ofrecer oración e intercesión por ellos. (1 Timoteo 2:1,2)
- Es una forma sencilla pero significativa de hacer algo con respecto a la política en nuestra nación. «Todo lo que se requiere para que el mal prevalezca es que los hombres buenos no hagan nada», dijo Edmund Burke. (Salmo 34:14)
- Hace la diferencia, tal como lo hace un grano de sal, y así es como debemos influir para bien en nuestra sociedad. (Mateo 5:13)
- Es un privilegio que no debe darse por sentado. Aquellos de nosotros que cosechamos los beneficios de vivir en una democracia deberíamos desempeñar un papel en la defensa de la misma.
- No votar es una forma de votar, ya que influirá en el resultado. Necesitamos asumir la responsabilidad de nuestras acciones, así como de nuestra falta de acciones. (Lucas 10:25-37)
- La votación tiene precedente bíblico; por ejemplo, Hechos 14:23 describe que los primeros cristianos elegían a los ancianos mediante la votación.
- Votar es parte de nuestra mayordomía para usar todos los recursos que se nos han dado de manera que honren a Dios; desperdiciar el derecho a votar es desperdiciar un regalo.
En conclusión, usualmente ningún candidato me representa en su totalidad. De modo que pido a Dios por discernimiento y luego ejerzo mi derecho a votar a la vez que reconozco que el Señor está en control y oro que Él haga su voluntad antes, durante, y después de las elecciones.