Marlene Lluberes
El capítulo 22 de 1 Samuel nos conduce a salir del lamento, mostrándonos el poder de Dios, su grandeza y su inquebrantable decisión, de defendernos y pelear nuestras batallas.
Cubriendo más de cincuenta versos, no tiene una sola nota de amargura o desespero, sino que, al contrario, da voz a la esperanza y a la confianza que tenía David en Dios, en tiempos de dificultades.
Hasta el verso 20, David escribió este cántico de alabanza para que nosotros dispusiéramos de él y lo declaráramos en los momentos duros de la vida.
Es una invitación a tener muy presente que, cuando los tiempos y los días son difíciles, Dios es nuestra única fortaleza y seguridad.
Su cántico comienza con las palabras: “Adonay es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; Mi Dios, fortaleza mía, en Él confiaré.”
En los versos siguientes, añade que Dios es su escudo y el fuerte de su salvación, su alto refugio, su salvador”.
Todas estas son expresiones poéticas que enfatizan que el Señor es nuestra fuente de seguridad y estabilidad, cuando todo lo demás ha desaparecido.
El resultado final, de este tiempo, es una muestra clara de que no era solo una teoría para David, sino una irrefutable experiencia:
“Y habló David a Dios las palabras de este cántico, en el día de haberlo librado de la manos de todos sus enemigos y de la palma de Saúl”. 2 Samuel 22: 1
Nosotros debemos fomentar esa misma relación con nuestro Señor.
Él nos ha notificado, nos ha impartido su fidelidad para que, como David, la exhibamos, aun en medio de las circunstancias más difíciles y que las vivencias que hemos tenido, en las cuales Él nos ha demostrado su amor incondicional, podamos levantarlas el día de mañana, cuando otras circunstancias se produzcan.
El Todopoderoso es nuestra salvación, Él nos traerá salida, nos librará, porque es nuestra Roca,
en Él no hay sombra de variación.
Cuando llega la situación que nos asusta, no nos envolvamos en ella, por el contrario, mantengámonos convencidos de que el que nos ha librado del oso y del león, también nos librará de ella.
No hay duda de que, en los momentos difíciles, cuando se están pasando días de aflicción, es cuando solemos estar más atentos a la voz de Dios y más abiertos a su dirección. Esta es una de las bendiciones de las etapas difíciles de la vida.
¿Está pasando por días difíciles en su vida? Asegúrese de que, el Señor se deleita en usted para que pueda experimentar su protección y pueda decir, con plena certeza: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?” Salmo 27:1: