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Ímpetu democrático de República Dominicana

Maguá Moquete Paredes
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Maguá Moquete Paredes (maguamoqueteparedes@gmail.com)

Me permito la licencia literaria de iniciar este texto con Friedrich Wilhelm Nietzsche, fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, cuya obra ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento mundial contemporáneo y en la cultura occidental.

Su autonomía vigorizante en las letras atisbó estas convicciones: “Quien con monstruos lucha cuide no convertirse a su vez en monstruos. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”. Esta advertencia puede ser generalizada de Nietzsche, o puede salir cambiando las cosas sin que las cosas también te cambien a ti.

Después del reposo y repaso de reflexión. Vivimos en una época en que el llamado a la libertad y la democracia resuena por todo el mundo. El diccionario define la democracia como “el gobierno por el pueblo, en el cual el poder supremo se le confiere al pueblo y es ejercido directamente por él, o por los agentes que éste elige por medio de un sistema electoral libre”.

Como politólogo y analista estratégico, he expresado en conferencias, charlas o encuentros nacionales y en el extranjero que la libertad y democracia son acepciones que se usan a menudo en forma indistinta, pero no son sinónimos. La democracia es en verdad un conjunto de ideas y principios de la libertad, pero también incluye una serie de prácticas y procedimientos que han sido forjados a través de una historia larga y a menudo tortuosa.

En suma, la democracia es la institucionalización de la libertad. Por eso es posible identificar los fundamentos -que han resistido la prueba del tiempo- del gobierno constitucional, de los derechos humanos y de la igualdad ante la ley, que toda sociedad debe poseer para que se le pueda llamar democracia.

No quiero pisar el cieno de la democracia de la República Dominicana. Ahora, las compañeritas, los popis o los apellidos sonoros son parte de nuestra democracia incongruente “soy un ejemplo vivo de esa exclusión”. Con esto digo, que la sociedad moderna, con su magnitud y complejidad tiene una democracia errática en una tradición venerable, sólo para lograr el poder político, únicamente.

En una democracia, el gobierno es sólo un elemento que coexisten una urdimbre social formada por lo mejor de un país. A esta diversidad se le llama pluralismo y se supone que en ella los múltiples grupos e instituciones tienen que ser caras nuevas, voces nuevas, ideas innovadoras, personas cualificadas, en el sitial de la ética, moralidad y credibilidad incuestionables.

El gobierno se crea para proteger las libertades de cada persona que posee por el hecho mismo de existir. Entre los derechos inalienables se incluyen: la libertad de palabra, de expresión y de prensa; libertad religiosa; libertad de reunión y asociación. Derecho a recibir la misma protección de la ley, derecho al debido proceso judicial y a juicio justo.

Como lo ha dicho el canadiense Patrick Joseph Wilson, actor, cantante y creador de la serie de televisión: The Struggle for Democracy (La Lucha por la Democracia). “La democracia es comunicación: la gente habla entre sí de sus problemas comunes y del mejor modo de forjarse un destino colectivo. Antes que la población se pueda gobernar a sí misma, debe tener libertad para expresarse”.

El país quisqueyano nuestro tiene que entender (a razonar) que la democracia se basa en el principio de que el gobierno existe para servir al pueblo; en cambio el pueblo no existe para servirse del gobierno. En estas palabras, la esencia de la acción democrática es la participación de sus ciudadanos a la vida pública de su comunidad y su nación, en forma activa y libremente aceptada. Sin el apoyo de esta amplia participación, la democracia se empieza marchitar y queda reducida al dominio de un pequeño número de organismos y grupos selectos.

Insisto, que el partido en el poder u oficialismo. El cambio, o la participación activa de las personas de nuestra sociedad (con calidades) deben tener el apoyo para participar en el presente y la perspectiva de desarrollo de nación dominicana.

Los derechos no son la propiedad particular de las personas “en el poder político”. De hecho, solo podrán existir en la medida en que sean reconocidas por otros ciudadanos de la sociedad. Como dijo el filósofo estadounidense Sidney Hook, el electorado es “el custodio definitivo de su propia libertad”.

La libertad de palabra y expresión es la sangre vital de toda democracia. Escritor ensayista estadounidense y prosista Elwyn Brooks White, lo expresó así: “La prensa es útil, defiende su propia versión de la verdad, nosotros como pueblo tendremos la oportunidad de encontrar la verdad y viviremos en la luz del conocimiento. Por seguridad reside en esa abundancia”.

La democracia depende de la ciudadanía alfabetizada (no ágrafa) y bien informada, cuyo acceso a la gama de información más amplia posible le permita participar del modo más pleno en la vida pública de su sociedad. La ignorancia engendra apatía. La democracia, prospera con la energía de los ciudadanos y ésta se apoya en el flujo de ideas prósperas.

El autor es Periodista, especialista en Defensa y Seguridad Nacional, Politólogo.