Por. Laura Cristina Quintana
“Y si ven que sopla el viento desde el sur, dicen: “¡Va a hacer calor!” Lucas12: 54
Calor = Ardor, fuego.
Conocen esta expresión? Sí. Típica de nuestro país. La decimos con frecuencia, y ahora más que nunca, con la sequía que tenemos. Y expresamos: ¡ Qué calor, nos estamos quemando, no se aguanta! y buscamos con que echarnos fresco: un abanico, un pedazo de cartón, hasta con la mano. Muchos tienen aire acondicionado y se refrescan, siempre y cuando haya energía eléctrica.
Este calor es por fuera. Y el del interior, el que está perenne dentro de ti? ¿Cómo lo refrescas? ¿Qué es lo que está quemando tu alma y no has podido combatirlo?
El calor interior es consecuencia de la vida que llevamos. Para calmarlo necesitas comenzar a quitar las causas que lo provocan: odios, mentiras, amarguras, miedos, abandonos, adulterios, fornicaciones, homosexualismos, abusos a niños/as, esposos/as, hijos, compañeros de trabajo, dinero mal habido, exhibicionismo, desprecios, prepotencia, orgullo, etc.
Desde la fundación del mundo las tinieblas satánicas entraron en la conducta humana. Eva le coqueteó Adán y este no perdió el tiempo. Nacieron Caín y Abel. El primero mató al segundo y desde ahí la historia ha continuado hasta hoy.
Dios, el Juez justo y que no resiste la fetidez del pecado y la maldad, destruyó ciudades corrompidas, reinos, imperios, hombres, reyes y reinas ambiciosos/as y hacedores del mal. Pero aún así, es compasivo y misericordioso y decidió resolver el problema del calor. Envió a su Hijo Jesús a refrescar la vida. A enseñar cómo vivir conforme a su ejemplo. Recordemos que Jesús sintió calor y sed y le pidió agua a la mujer samaritana. Sintió calor y sed en la Cruz del Calvario y hombres con calor infernal le dieron a tomar vinagre.
Hoy es lo mismo. Sólo hay que invitarle a entrar en nuestro corazón y entregarle la vida y El se encarga de quitar con su sangre ese calor satánico y desgarrante, luego nos lanza a los ríos del Espíritu Santo donde nos refrescaremos por siempre.
El calor lo sentimos en el verano, pero el fresco del Espíritu Santo es eterno y por siempre.
Hombres y mujeres a través de la historia vivieron con llamaradas internas y Dios les ponía árboles para que el sol no les quemara; la nube seguía al pueblo hebreo por el desierto para servirle de sombrilla, y les dio pozos para que bebieran agua y los animales que le acompañaban. Hoy es igual. Tenemos en las manos la Palabra de Dios, la Biblia, que contiene los manantiales que saltan para vida eterna donde podemos resistir el calor y saciar nuestra sed.
Septiembre es el mes de la Biblia. Pero ella es para todo el año y para todos los tiempos venideros. Ella contiene todo lo que quieres que Dios te diga, lo que quieres saber y todo lo que ocurrirá en el mundo físico y espiritual. Nos dice cómo vivir una vida mejor, sana y pura. Da soluciones para toda dificultad que se presente. Habla de amor, vida, aliento, fortaleza, gozo, victoria, salvación, perdón, de los acontecimientos del fin de los tiempos y de otras cosas trascendentes para la vida y del camino a seguir. Ella es la Luz que ilumina el camino de la humanidad.
Si tienes una Biblia en la casa, quítale el polvo y hazla tu amiga y confidente. No te pesará y tendrás el frescor del Espíritu Santo que quita el calor que quema y destruye. “ … Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Ap. 21:6 BNVI
En República Dominicana el 26 de septiembre es declarado Día Nacional de la Biblia por la Ley 204-84
Nota: “La Sociedad Bíblica Dominicana tiene para cada persona la Biblia que más le guste, del tamaño y letras diferentes y al precio que usted pueda comprarla”.