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LABERINTITIS ESPIRITUAL / Jenny Matos

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Por Jenny Matos.

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Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17.

¿Has escuchado de la Laberintitis? A menudo no entendemos cómo una parte del cuerpo puede afectar a otra completamente distinta. Es el caso de la Laberintitis, que es una enfermedad del oído que afecta las estructuras responsables de la audición y el equilibrio. Lo extraño del asunto es que, la Laberintitis es más conocida por los vértigos que produce y el desequilibrio corporal en el individuo, que por los mismos problemas auditivos.

Me hace sentido, el hecho que así pasa con la vida espiritual. Las afecciones del oído, lo que escuchamos nos puede producir fe o desesperanza. Y es ciertísimamente, que la fe viene por el oír palabras de Dios. Por lo tanto, la duda podría provenir por escuchar a algunos hombres.

El problema es que vivimos en un mundo bullicioso, por lo que debemos cuidar nuestros oídos internos para poder mantener la fe, en aquel que nos llamó.

Sabiendo que a algunos bramidos nunca lo podremos acallar del todo, por lo que a algunos parloteos incesantes, debemos hacerlo música para nuestros oídos y no dirigirnos por ese influjo que pretende desenfocarnos. E imitar a Noé, que el ruido de los vientos del diluvio no le mitigaron la confianza en el Señor y el bufido de adentro, sabía que eran de puros animales.

Como decíamos cuando niño: “No escucho nada, soy de palo, tengo orejas de pescado”.

Cuando estemos en una selva interna, que emana ruidos distintos muy desalentadores, debemos saber que poseemos un candil infalible, para iluminar nuestros pasos y no caer el vacío de la desesperación.

La Laberintitis Espiritual produce un desequilibrio en la vida del creyente. Debemos cuidar lo que escuchamos.

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Salmos 119:105.

Del mismo modo, que la Laberintitis física es una hinchazón del oído interno, nuestro hombre interior posee oídos también. A veces, nuestro corazón posee orejas grandes, que se podrían inflamar y producir una inestabilidad espiritual. Que la comezón por escuchar, sea siempre palabras de fe y fundamentadas en las sagradas escrituras, y así poder apalear la oleada de confusión que impera en estos tiempos finales.