
Por:Reynaldo Franco Aquino
Las nuevas tecnologías de la información van creando una nueva cultura que se denomina como cibercultura o ambiente digital, que incluye las tecnologías, las formas sociales de la producción tecnológica y las nuevas simbolizaciones y metáforas de la existencia de los hombres. El mundo ha tenido una fuerte aceleración hacia la virtualidad con la llegada de la pandemia.
La iglesia debe ser una comunidad de respuesta frente a todos los desafíos, sino perderá su relevancia se presentan así algunos interrogantes fundamentales de inicio: ¿Cómo debe la iglesia responder a la nueva cultura virtual o cibercultura?, ¿Cómo se reflexiona teológicamente sobre la cibercultura?, ¿Cómo puede la iglesia usar el ciberespacio para hacerlo?, ¿Qué se está haciendo en este campo de la ciberteología? Se analizan las posibilidades y límites de una reflexión llamada ciberteología, con base epistémica y comunidad académica todavía incipientes, pero que con una teología colaborativa puede aportar a la reflexión teológica del siglo XXI donde hay problemas graves para resolver desde la fe, como son la transmisión de la experiencia, la corporalidad y la presencia, el desafío a la autoridad y la solidaridad.
Al pensar en una iglesia con estructura exclusivamente virtual mi primera reacción es de sorpresa, reserva y un rechazo incontenible.
Qué pasa? Será que mi formación, mis raíces, mis costumbres y mis tradiciones no quieren ceder al nuevo tiempo , estaré análogo en una era digital?
¿iglesias presenciales o virtuales? Cuando nos referimos ahora a eventos , encuentros , bodas y hasta funerales , la pregunta obligada es ¿Sera virtual o presencial ?
A la verdad que en cuanto a la fe se refiere la experiencia online solamente, me parece demasiado descafeinada? Sabemos que no toda las cosas importantes de la vida tienen lugar a través de la presencia física. El no haber visto nunca a Cristo no es obstáculo para que los creyentes nos gocemos en él
La verdad es que ha medida que se ha ido construyendo la Torre de Babel del “MUNDO VIRTUAL”, éste se ha ido metiendo como por osmosis y configurando nuestras vidas, al contacto con el cine, la TV, Internet, las consolas, los videojuegos, el móvil, las tablets.
Estos “inventos”; debemos utilizarlos con la debida precaución, pues pueden sernos provechosos o tener graves repercusiones en nuestras vidas. A la vista están las adiciones a que llevan: adolescentes pegados constantemente al móvil o al internet o a la videoconsola…, viviendo fuera de la realidad. Se ha llegado incluso a que algunos jóvenes han cometido crímenes practicando juegos de rol o que se han aislado en sus casas no queriendo tener contacto con el mundo real.
El “mundo virtual” puede llevarnos a una especie de “enfermedad o psicosis cibernética“ de imprevisibles consecuencias no sólo en lo que respecta a la vida física o material, sino también a la vida moral y espiritual.
Creo firmemente que no debemos abusar de estos medios o tecnología: videos, aplicaciones, películas…en lo que respecta a la formación de la fe y vida cristianas. En ocasiones pueden ser de gran apoyo para ciertas explicaciones; pero el uso indiscriminado…puede llevar a la confusión de considerar los contenidos de la fe, las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, las manifestaciones religiosas o espirituales (la oración, etc.) como una expresión virtual o a asimilarlas con el mundo virtual, es decir, como algo impersonal, como algo que está allí, en la “nube”.
Una iglesia que enfatiza la conexión y el compromiso en los cultos cara a cara, ya tiene en sus manos el ingrediente clave para la adoración en línea. En el fondo, tanto la celebración presencial como en línea tratan de unir a las personas, por medio del compañerismo.