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UNA PENSIÓN PARA SANGUILLY

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Por. Luis Enrique Pérez Encarnación

Arturo Batista (Sanguilly)  conjuntamente con esa pléya de peloteros sanjuaneros que dieron brillo y fama a la provincia San Juan, fue desde niño un militante activo del mejor equipo amateur que haya dado nuestra región.

Siendo de la misma generación, todos los domingos íbamos al estadio municipal que estaba ubicado dónde se encuentra ahora el mercado municipal que vio tantas emocionantes batallas contra los equipos de Barahona y Bani entre otros, pero que eran los equipos más fuertes con los que hubo de versela el equipo regional.

Arturo Batista, nuestro querido Sanguilly, era hermano del pelotero más excitante en la defensa como lo era Narciso Batista (Brochen), ya fallecido.

Arturo Batista ( Sanguilly) con el tiempo se convirtió en el pelotero que él había anhelado ser desde pequeño, pero con las limitaciones que siempre hubo para el desarrollo de la provincia San Juan en todos los órdenes.

Luego de muchos vaivenes encontramos a Sanguilly como monitor y entrenador de niños y adolescentes, lo que en los últimos tiempos le permitió malvivir como fue el caso de su hermano Narciso, que para poder vivir tenia que alternar su oficio de entrenador con el oficio de zapatero, y que fatalmente encontró la muerte, al dirigirse al estadio y ser atropellado por un vehículo que le ocasionó la muerte.

Pero volvamos al caso que nos ocupa, que es el de nuestro querido amigo y hermano Arturo Batista,  cayó muy enfermo y su situación de salud, no le permitía ir al trabajo, lo cual empujó a muchos sanjuaneros a abogar por una pensión para Sanguilly, lo cual trajo como consecuencia, que algunas autoridades del momento, se pronunciaran y hasta se comprometieran a hacer las gestiones para conseguir la anhelada pensión para Sanguilly, lo cual nunca ocurrió, lo que confirma aún más la dejadez y la indolencia de nuestros representantes y dirigentes políticos, que cuando se trata de buscar ventajas para ellos y sus familias, son muy diligentes, pero cuando se trata de ayudar a un humilde hijo del pueblo, se ponen ciegos, sordos y mudos.

Personalmente, creo que el pueblo de San Juan de la Maguana debe empoderarse de este lacerante caso que llena de vergüenza a toda una provincia que ignora de manera irónica la forma en que se mueren de hambre sus representantes más desinteresados.