Inicio EvidenCristianas ¿Por qué mandó Dios a sacrificar a Isaac?

¿Por qué mandó Dios a sacrificar a Isaac?

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Marlene Lluberes

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En Génesis 22:1 podemos ver que Dios sometió a Abraham a una difícil experiencia, al pedirle que tomara a su hijo Isaac, que en aquel entonces tenía alrededor de treinta años, y lo ofreciera en holocausto.

Y así lo hizo Abraham. Se marchó hacia el monte Moriah, habiéndole dicho a sus mozos que se quedaran, que él y su hijo irían, adorarían y volverían.

Imaginemos lo difícil que fue recibir esta orden, de parte de Dios. El hijo de la promesa, ahora, tenía que entregarlo en sacrificio.

Terrible.

Sin embargo, llama la atención la manera en que él lo asumió.

Se mantuvo con una convicción inquebrantable, de que ellos volverían, después de adorar a su Señor, porque Dios proveería el cordero para el sacrificio.

Abraham conocía la Palabra y en ella se mantuvo anclado.

Y, en efecto, un ángel le habló a Abraham ordenándole que se detuviera y que no efectuara el sacrificio de su hijo.

Fue entonces cuando él alzó los ojos, miró, y vio un carnero detrás de él, trabado por los cuernos en un matorral; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto, en lugar de su hijo.

Abraham modeló una fidelidad, donde Dios estaría por encima de lo que él más amaba.

Sin duda alguna, este hecho, es una proyección profética de lo que haría Yeshúa (Jesús) para el perdón de los pecados.

Habría continuidad de linaje a través de Isaac, pero primero se presenta la simbología de que debía ser sacrificado, para luego ser levantado de entre los muertos, como un símil de lo que sucedería con nuestro Mesías Salvador.

¡Esa es nuestra esperanza!

Confió en el Señor, porque estaba convencido de que Isaac sería resucitado, como también nosotros lo seremos.

Como vemos, Isaac era la imagen profética de Yeshúa, la simiente de la mujer anunciada en Génesis, que aplastaría la cabeza del diablo.

Abraham sabía que esa simiente tenía que morir y resucitar, no conocía el tiempo, pero sí lo que tenía que ocurrir.

¡El portador de la herencia tenía que ser sacrificado!

Esta simbología fue manifiesta con la instrucción que Dios le da a Abraham, de entregar a su hijo en holocausto.

El Señor se proveerá un cordero, había dicho el patriarca, pero Él proveyó un carnero, ya que el cordero sería El Mesías Salvador que, a su tiempo, se daría en sacrificio completo.

Yeshúa devino carne, para mostrarnos humildad y obediencia, entregando su vida en la cruz para nuestra salvación, como nos dice el evangelio de Juan:

He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29)

Abraham volvió con sus siervos y no se menciona a Isaac, desaparece de la escena, de la misma manera en que Yeshúa está escondido, concediéndole a su novia el tiempo para estar lista, sin mancha ni arrugas.

¿Estás hoy caminando en el debido proceso, para cuando nuestro Mesías vuelva?

Yeshúa vuelve por su pueblo escogido.

¡Alistémonos para ese momento!

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