
Por Félix Caraballo

En medio del bullicio cultural y literario de la Vigésimo Séptima Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2025, un rincón especial brilló con propósito distinto: el de llevar esperanza, fe y valores a través de la palabra escrita. Aunque su presencia fue discreta, las librerías cristianas se hicieron sentir de manera significativa, demostrando que la literatura espiritual sigue teniendo un espacio esencial en la vida de muchos dominicanos.
Entre las 39 editoras y librerías nacionales participantes, destacaron con calidez y firmeza Sociedad Bíblica Dominicana, Expreso Educativo, Bibliodom y la Librería Cristiana Mensajes de Vida, agrupadas este año en el acogedor “Pabellón Rincón del Libro”, un espacio de encuentro entre el alma, la lectura y el pensamiento.
Durante los diez días de feria, cientos de visitantes se acercaron a este pabellón en busca de Biblias, devocionales, textos para el crecimiento espiritual y literatura infantil cargada de valores. Muchos encontraron más que un libro: hallaron palabras de consuelo, fe y reflexión.
Julio César Lázala, representante de la Sociedad Bíblica Dominicana, expresó al ser entrevistado que las ventas fueron aceptables, sobre todo en el segmento infantil. “Nos alegra ver el interés por materiales que promueven valores como la esperanza, la solidaridad y el amor. Estos libros son semillas que transforman corazones”, afirmó.
La Feria Internacional del Libro, organizada por el Viceministerio de Identidad Cultural y Ciudadanía del Ministerio de Cultura, cerró sus puertas el domingo 5 de octubre tras una intensa jornada que reunió a 39 editoras nacionales y 24 internacionales, consolidándose como la mayor cita literaria del país.
Se ofrecieron más de 600 actividades entre presentaciones, talleres, conferencias, coloquios y encuentros en 15 pabellones temáticos, tres salas de conferencias y más de un centenar de espacios para la exhibición y venta de libros.
Pero más allá de las cifras y los aplausos, esta feria dejó una enseñanza poderosa: la palabra escrita sigue siendo puente entre la mente y el espíritu. La presencia de las librerías cristianas recordó que la lectura también puede ser una experiencia de fe, una oportunidad para edificar la vida interior y cultivar el alma.
La Feria del Libro, más que un evento, es una celebración de la creatividad humana, del arte de pensar y de la necesidad de comunicar lo invisible. Y en ese vasto universo de letras, la luz de la fe continúa encontrando su espacio, serena pero firme, como una lámpara que no se apaga.
