
Tomás Rubio

Dicen que el niño es muy funcional. Y lo primero que pienso es que el niño funciona. Del otro niño nunca me dicen que es funcional. Eso querrá decir que no funciona. Hoy les observaba y he constatado que ambos respiran bien, ríen mucho y comen con ganas. Entonces son felices, pues cumplen tres requisitos que algunos médicos consideran los alimentos básicos de la vida: el aire, el ánimo y la comida. Además, los dos nutren su espíritu con oraciones. Los dos tienen fe.
El mayor es más consciente de ello, pero eso no quita que el pequeño lo sienta. A veces, aquellos que no hablan de su fe son los que la viven más dentro, más profundamente. La fe está en los interiores invisibles donde habita el alma y se manifiesta, no con palabras sino con un gesto, una mirada, un silencio. La funcionalidad de mis hijos también la percibo en que aman, corren, juegan , lloran y conjugan muchos otros verbos que implican acción.
Y como también dicen los médicos anteriormente citados , con quienes a veces tomo café (descafeinado), es en el movimiento donde puede contemplarse la funcionalidad de la vida. Entonces, me pregunto si cuando dicen que un niño es funcional y otro no tanto o nada funcional; si tendrán en cuenta todo esto antes de emitir un juicio de tanto calibre que establece una segunda discriminación dentro de los niños con diagnóstico de discapacidad, que ya por el hecho de tener ese diagnóstico/etiqueta viven una primera discriminación.
También me pregunto si esta clasificación no responderá más a las expectativas que se tiene de lo que debe ser un niño que a las expectativas del propio niño. Por suerte, mi hijo mayor no es tan funcional como creen tantos acomodados expertos que prefieren niños funcionales porque resultan, para trabajar, niños más cómodos. Mis niños son muy incómodos, como deben de ser todos los niños. Y aunque a los infantes cada vez el acomodamiento/ domesticación les llega más temprano, espero que todavía disfruten todo lo que puedan de la incomodidad que generan. Cuando sean adultos, les vendrá bien recordar que un día fueron incómodos. Ese recuerdo puede ayudarles a rescatar su esencia, la frescura e inocencia con la que llegaron a este mundo.
Tomás Rubio Equipo, Lantana (Santo Domingo) Un espacio de arte y bienestar. 809 434 1111 – 829 422 5360 En Lantana impartimos clases, individuales y grupales, para niños, adolescentes y jóvenes. Ofrecemos talleres para personas adultas, profesionales de la educación y terapeutas. Aportamos y compartimos recursos educativos desde las artes plásticas, la lectura, la escritura creativa y el lettering, el movimiento y el autocuidado; para contribuir a una sociedad más convivencial donde las personas se cuiden y cuiden a los otros. El equipo de Lantana está formado por la artista gráfica Bianka Reyes, el escritor Tomás Rubio y colaboradores.
