
El pan es símbolo de vida y aparece mencionado 361 veces en las Sagradas Escrituras como alimento básico; pero también es citado como símbolo de culto, y a menudo, Jesús mismo se identifica como: “Pan de Vida”.
Detrás del pan, existe un periodo de más de 6,000 años, durante el cual, los pueblos sedentarios han consumido este comestible y lo han asumido con carácter sagrado y sostenedor de la vida.
Entre las 361 menciones de pan que contiene la Santa Biblia, se pueden seleccionar algunas de las más notables, por ejemplo, un momento de servicio social con ese componente nutricional, para saciar hambre, o para desempeñar una acción simbólica, mística, potencial espiritual, o la revelación de una característica de Dios o de Jesucristo.
Uno de los episodios más destacados en que la figura del “pan” es representada como elemento sacramental, aparece en el evento de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, cuando les dijo: “que no volveré a beber del producto de la vid, hasta que venga el reino de Dios”. Después tomó el “pan” en sus manos y, habiendo dado gracias a Dios; lo partió y se lo dio a ellos diciendo: Este es mi cuerpo”.
En Mateo 15: 32-39 y Marcos 8:5-8, puede observarse otra ocasión en que el pan fue utilizado para dar de comer a una multitud que seguía al profeta nazareno, “y señalando que Jesús tenía compasión de esa gente, bendijo unos cuantos panes que fueron repartidos por sus discípulos”. Ese atributivo del alimento físico, puede ser considerado como misterio de índole espiritual, aliento del alma, influencia de paz, y aporte ambiental de tranquilidad emocional.
La narración bíblica de Lucas 24:15-35: «El Camino a Emaús” es una referencia en la que, después de su crucifixión, Jesús se aparece a dos de sus adeptos. Los seguidores, Cleofás y Simón, estaban tristes y confundidos por lo que había sucedido. Cuando Cleofás y su compañero llegaron a su casa con Jesús, el misterioso, elocuente, y sabio intérprete de la profecía acerca del Mesías; fue invitado a quedarse con ellos, porque era tarde. Ya acomodados en el hogar, cuando estaban sentados a la mesa, Jesús tomó en sus manos el pan y habiendo dado gracias a Dios, lo partió, y se lo dio a sus anfitriones. En ese momento, se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús”.
En I Reyes 17:8-20-22, hay un relato de una viuda que ofrece pan al profeta Elías. Otro momento de suma importancia por la presencia y empleo del pan, está en la comunión, cuando el ministro toma pan consagrado y se lo da al comulgante diciendo:” Tomad el Cuerpo de Cristo, pan del cielo”. Los cristianos suelen reverenciar en sus actos litúrgicos la consagración del “pan y el vino” en la administración sacramental de la comunión eucarística, y lo hacen para participar místicamente del Cuerpo de Jesucristo y en su memoria.