La televisión al aire, seduce, porque se comunica desde ordenaciones narrativas, convoca fórmulas de contar reconocidas ideas y con mensajes simples y afectivos. Cuando un tema controvertido alcanza la pantalla, la sociedad comienza a hablar de él. La televisión respeta los tiempos de gozo del televidente, le brinda entretenimiento y en su presencia cotidiana gana su poder en la consciencia colectiva. El poder es una acción productiva más que represiva. Es escenificación e impactante de la comunicación social.
La televisión es uno de los medios de comunicación con mayor presencia en la sociedad occidental, lo que ha llevado a considerarla como uno de los medios básicos de comunicación social, lo cual repercute para que se contemple como el medio que dirige nuestra cultura y los valores que en ella se movilizan. “El poder del medio radica en su capacidad de impacto, penetración social y poder hipnótico, debido a su percepción audiovisual”.
Por ende, su importancia es tal, que el volumen de receptores aumenta constantemente y cada vez aparecen nuevas cadenas de televisión. Hoy en día, la televisión se ha convertido en un elemento indispensable para la sociedad y constituye uno de los avances más espectaculares y potentes de la revolución científico-tecnológica. La televisión produce relaciones sociables ya que sus mensajes expresan las luchas por el dominio simbólico de la sociedad y es el medio central del conglomerado humano actual. La vida social se encuentra determinada por las agendas de discusiones expuestas en los noticieros y por los modelos de estabilidad amorosa presentados por las telenovelas, documentales o películas.
La televisión como institución social reorganiza la multiplicidad de las relaciones de la persona, ya que es el gran espejo donde la sociedad se mira y analiza. A través de sus mensajes y consistencias de actuación cotidiana ha demostrado que es un agente de socialización, un mecanismo por el cual se deviene colectivo, se aprende las formas de comportarse y valorar las costumbres, actitudes y conductas válidas para volverse miembro de una sociedad. La televisión es, asimismo, una entidad fundamental para fabricar los pasados y futuros, pero a su vez, extiende y complejiza las formas de ser en la sociedad.
El rol socializador de la televisión se debe a su consistente, permanente y extendida acción en la vida diaria, ya que es un medio masivo para el tiempo libre que brinda anclaje, así sean breves y débiles, para comprender el devenir del mundo.
La televisión marca la vida cotidiana de una sociedad, indica la vida de todos los días; documenta los momentos de lucidez social e imaginación, destruye la uniformidad del tiempo y crea nuevos ritmos con base a un escenario de debates e ideas.
La televisión se convierte en educativa a través del diseño de material didáctico; como escuela abierta del broadcasting, internet, el cable y los sistemas satelitales; con programas de entretenimientos, con intencionalidades formativas, en su acción diaria, masiva y cotidiana. Igualmente, genera nuevas posibilidades de encuentros, experiencias y creaciones que aportan a las actividades humanas.
Los aprendizajes provenientes de la televisión podrán ser reflexionados y puestos en perspectivas según como los maestros, maestras, padres, madres de familia asuman en el aula y en la casa los aprendizajes que consiguen sus estudiantes, hijos e hijas en los diversos programas televisivos.
La televisión recupera el valor fundamental de la educación: contar historias para la vida, o hacer de los conocimientos historias. En general, el medio, se ha convertido en un factor enriquecedor del proceso escolar, educacional, cultural y artístico, al construir contextos más amplios e integrales con referencias comunes para todos, y posibilitar discursos más afables. Así, precisar de dinámicos y seductores lineamientos de arcoíris, de movimientos afectivos especiales y luces de diferentes colores y/o tonalidades.
En ese contexto, el dispositivo de narrar historias y una estrategia cultural para pensar en colectivo. La esencia de la televisión es fortalecer la sociedad contemporánea. En ella, recrea la tradición, el contacto con la realidad cotidiana y establecer diversas acciones artísticas, de contenido y de la interpretación de la audiencia. Obviamente, la televisión busca la masividad en la audiencia, generar espectáculos, producir emociones y crear flujos coherentes entre los diversos programas que se emiten al teveaudible y se convierte en perceptores con ideas y mensajes tangibles.
Los escenarios claves sirven para comprender la conversación social de la televisión; en su cotidiano actuar se revelan los matices de la cultura y el arte. Con ello, legitiman tematizaciones de la realidad, ofrecen estilos de vida y permiten identificación social, construyen imágenes comunes de la existencia humana. Igualmente, promueven sueños colectivos, proponen formas de percibir, representar y reconocer, y constituyen los puntos de referencias más comunes para toda una sociedad.
La cultura inscrita en la dramaturgia de la pantalla, produce una manera de ser en comunidad. Entonces, en la medida en que sus referentes temáticos y estéticos sean socializados vía televisión, enseñan modelos de pensar, formas de establecer redes de significación compartidas, según gustos, preferencias, deseos, imaginaciones y sensibilidades al televidente de nuestra sociedad vanguardista.
Maguá Moquete Paredes, es Periodista, especialista en Defensa y Seguridad Nacional, Politólogo.