Inicio EvidenCristianas Porque tu marido es tu Hacedor / Marlene Lluberes

Porque tu marido es tu Hacedor / Marlene Lluberes

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Las Escrituras contienen innumerables promesas, que si las conocemos, se convierten en un baluarte de justicia, en nuestro ser interior.

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Cuando llega el momento de pasar por las aguas, éstas, no nos anegan y, de igual manera, si enfrentamos la experiencia de estar en medio del fuego, las llamas no nos queman.

El pueblo de Dios, que realmente se afirma en la Palabra, es capacitado, por Su poder (Ruaj Haqodesh), para enfrentar todo tipo de problemas y permanecer accionando en el deber ser, en justicia y en verdad.

Es un pueblo que hace vida la Palabra que Dios le dijo, por boca del profeta Isaías:

“Porque tu marido es tu Hacedor; Adonay Tzva’ot es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel, Elohim de toda la tierra será llamado”. Isaías 54:5

Sin embargo, cuando carecemos de la fuerza que nos proporciona la confianza en las promesas del Señor, flaquearemos; estaremos tambaleantes y, lamentablemente, los demás no serán edificados, acerca de Su fidelidad.

Esta conducta errada mostraría, que no estamos reconociendo quién es nuestro Señor y todo lo que hace por nosotros.

El libro del profeta Oseas, en el capítulo 2, alumbra nuestro entendimiento, en tal sentido. He aquí algunos versos:

 “Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino, y el aceite, y que les multipliqué la plata y el oro con que hicieron a Baal.

Por tanto yo tornaré, y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.

Y haré cesar todo su gozo, su fiesta, su cabeza de mes (Rosh Jodesh) y su shabat, y todas sus festividades.

Nuestro Señor nos anhela íntegros, firmes, llenos de la esperanza. Por eso tampoco permitirá que continuemos asistiendo a sus llamamientos de santidad, con un corazón dividido.

Es por esto que, Él nos  someterá a un trato de amor:

Por tanto he aquí, yo la induciré, y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.

Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor (lugar de problemas) por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.

Y será que en aquel tiempo, dice el Señor, me llamarás marido mío…

Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, derecho, misericordia, y compasión.

Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Señor. (Oseas 2: 14-16;19-20)

Nuestro Salvador y Redentor, Jesús el Mesías, anhela vernos siendo fieles. Empecemos a honrarlo en todo lo que pensemos, en todo lo que hagamos, en todo lo que hablemos. Imitarlo a Él, es el reto. Valorar lo que nos ha sido entregado es una encomienda, que nos ha sido dada.

Recordemos que quien nos amó con un amor incondicional, está a nuestro lado, día a día, para que nunca  enfrentemos solos los obstáculos del camino.

Nuestro marido, es nuestro Hacedor, Adonay Tzva’ot es Su Nombre.