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Madre, Criadora de Hijos

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Por. Bienvenida González                                         (Psicología Clínica. Terapia Familiar Sistémica)

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“La dimensión de ser madre viene consignada en su experiencia de tener hijos. Si existe la madre, también existen los hijos”. Bienvenida González

Adentrarnos al mundo de la madre es algo que se asemeja a una larga extensión de trayectos, algunos de los cuales son predecibles en un alto porcentaje como lo es el articulado por la biología bajo la sombrilla de la ciencia, tan predecible es que registra con claridad meridiana la concepción en su vientre y el subsiguiente registro del proceso de gestación hasta el nacimiento de quien o quienes certifican a la mujer como madre.

Otros trayectos caen en la línea de menos predicciones y que  requerirán de la participación activa de la mujer en la construcción de la crianza, acompañada o no del hombre-padre que engendró. El largo y extenso trayecto de criar de la madre involucra elementos emocionales y esenciales para la formación de los hijos.

La madre inicia la crianza de sus hijos desde la gestación en primera instancia, se construye un vínculo biológico de alimentación para el bebe muy ligado a los cuidados propios que ella ha de asumir en su  propia alimentación. Se generan las transmisiones  desde  su estructura psicoemocional a través de sus estados de ánimo, emociones y pensamientos y sentimientos.

Entre los diferentes trayectos que ella atraviesa, la crianza se va gestando de manera particular. Ella marcará los pasos. Al producirse el milagro del nacimiento el proceso de criar adquiere otros matices hermosos; que a la vez, han de tornarse  en una serie demandas aumentadas e impostergables.

Una de las misiones dadas por Dios a la mujer en el Génesis  fue la de concebir y parir. Si bien es cierto que existe un solo acto de parir, no es menos cierto que el parir continua cada día y de manera constante en la crianza de los hijos, hasta la adquisición de la adultez en sus vidas. La mujer se acoge con entrega y con una inversión de sí misma, al designio divino de ser ayuda idónea, con una efectividad invaluable en el área de la crianza de los hijos.

Las mujeres que asumen con dignidad su misión de aportar a la crianza de los hijos, les envían a sus maridos y padres de los hijos, el mensaje  de confianza y seguridad: “estoy para ser madre adecuada, que aun con mis propias limitaciones he decidido asumir el reto en la crianza de nuestros hijos”  y esta concepción que parte de sí misma, permea su sentir y compromiso de amor en convertirse en colaboradora de Dios en la formación de seres humanos  y en coparticipe de su compañero de vida ,y,  sus hijos la reconocerán más allá de un día de reconocimiento con características sociales y culturales.