Marlene Lluberes
En muchas ocasiones, podemos pensar que es imposible que sucedan las cosas, que en algún tiempo Dios nos había prometido.
Los años pasan y, lejos de que las circunstancias mejoren, las vemos empeorar.
Llegamos a convencernos de que no hay, humanamente hablando, posibilidad alguna, de que se materialicen las promesas que, otrora, hemos recibido.
Sin embargo, no es así. Dios permite estos períodos en nuestras vidas, donde vemos suceder todo lo contrario a lo que pensábamos, para que, en medio de esa oscuridad, podamos mantener nuestra mirada fija en Él y no la coloquemos en las circunstancias, que se convierten, en murallas indestructibles, que nos impiden avanzar y continuar, dando el fruto conveniente.
De igual manera, para que aprendamos, independientemente a lo que nos esté ocurriendo, a no buscar soluciones en las cosas que ofrece el mundo, a no hacer alianza con personas que están fuera del pacto ni a considerar “sus soluciones”.
Para lograrlo, debemos asirnos al referente Escritural.
El libro de Jeremías nos narra el momento en que Jerusalén estaba sitiada por los caldeos. El pecado del pueblo había ya traído consecuencias. Babilonia estaba a punto de invadir.
En medio de esta crisis, el profeta Jeremías, estando en la cárcel, recibe una propuesta:
“Te ruego que compres el campo que tengo en Anatot, que está en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de posesión y el rescate es tuyo; cómpralo para ti”. Jeremías 32:8
¿Comprar en un tiempo de tanta incertidumbre? ¿Adquirir un terreno, en medio de una inminente invasión?
Sí. ¿Por qué? Porque Dios había dado una palabra de avance y de conquista, aunque antes de lograrla, hubiese que atravesar un tiempo adverso.
Porque así dice Adonay Tzva’ot, el Dios de Israel: “De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra”». He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí? Jeremías 32:27
Humanamente, la respuesta hubiese sido:! Imposible!
Pero, al escuchar la voz de Dios, solo hay un camino seguro: poner por obra su instrucción.
Jesús afirmó que lo que es imposible para los hombres, es posible para Él, así que, veamos lo que veamos, escuchemos lo que escuchemos, debemos continuar dando el testimonio correcto, sirviéndole a Él, en cada una de las áreas que comprenden nuestras relaciones, sin turbarnos ni desesperarnos, sin quejarnos ni amargarnos, porque, en el tiempo oportuno, traerá a cumplimiento la buena Palabra que nos ha dado.
¡Podemos comprar el campo en Anatot!
Así como fue para el profeta Jeremías, en aquel momento histórico, nosotros podemos permanecer sometiendo la carne, imitando a Jesús, a pesar de las circunstancias, mostrando que nuestro Dios es fiel, aun cuando estemos transitando, por un poco de tiempo, por camino pedregoso.
Recordemos que, si tenemos fidelidad, aunque pareciera ser pequeña, como un grano de mostaza, podríamos decirle a la montaña que se levante delante nuestro: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para nosotros, nada sería imposible.