Por: Obispo Mauro A. Vargas
Luego de un largo período de promociones políticas en procura de lograr un escaño para servir desde dicha posición a la República Dominicana, damos gracias a Dios que felizmente esta agitada efervescencia política concluyó ayer con una gran demostración de civismo y buen comportamiento del pueblo dominicano.
Hoy, volvamos todos juntos como dominicanos y dominicanas que amamos nuestra patria a reenfocarnos en nuestras labores, cada quien desde su espacio que Dios le ha permitido, con el fin de seguir motorizando el desarrollo de nuestras Iglesias y el desarrollo de nuestro país.
Felicito con enorme satisfacción a la Junta Central Electoral por haber sido un árbitro confiable y haber manejado tan dignamente, como se lo merecía nuestra Fiesta de la Democracia.
Felicito a aquellos hombres y mujeres que fueron candidatos como Senadores y Diputados, que tienen bien presente que el mayor compromiso es con la Patria, al ser favorecido por el voto de cada dominicano.
Felicito plácidamente al presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, por este voto de confianza que le ha dado por segunda vez el pueblo de Duarte, Sánchez y Mella.
Debo resaltar el llamado de unidad nacional que hace nuestro presidente, para seguir todos juntos el avance y los mejores resultados para la República Dominicana.
Felicito a la clase política por su madurez y capacidad al reconocer el triunfo de los ganadores y también por la humildad en que los ganadores aceptaron la buena valoración de nuestra sociedad. ¡Así se hace patria!
Es nuestra oración que el Dios Todopoderoso guíe en cada momento a todas nuestras autoridades y seguimos rogando por ellos como señalan las Escrituras, para los que están en eminencia.
Exclamemos todos juntos y a viva voz «¡Que Dios bendiga y que viva la República Dominicana!».