Tomás Rubio
Ver niños jugando con tablets o celulares es ya algo muy habitual en las salas de espera, restaurantes y en cualquier lugar donde los adultos necesiten que los niños estén tranquilos. Lo de tranquilos es un decir, pues no creo que sea muy tranquilizante ver el rostro de un niño matando muñequitos verdes, huyendo de una sangrienta hacha o cambiando cada segundo y medio de aplicación, juego o video de you tube. En todo caso, lo importante es que los niños no molesten y los adultos podamos dedicarnos a lo nuestro, que normalmente no es muy diferente a lo que están haciendo los niños.
Eso de que los niños estén tranquilos se parece mucho a lo de crear zoológicos en las ciudades para contemplar de cerca a los animales que viven libres en las extensas sabanas de África y al mismo tiempo pretender que los avestruces o los elefantes en cautiverio sean felices.
Actualmente, para que un niño esté tranquilo, existen varios medios legales que el ciudadano/consumidor tiene al alcance de la mano como son los tranquilizantes farmacéuticos, que pueden incluso conseguirse sin receta. Está también el miedo a perder un premio o un clásico como es la zapatilla voladora, que por cierto tiene muchas menos contraindicaciones que las pastillas. En todo caso, y por encima de todo lo anterior, lo correcto es recordar que los niños son niños, que son la primavera de la vida, la expansión, que son energía en movimiento y que por lo tanto están entre nosotros para recordarnos que, a pesar de nosotros, la vida es alegre, la vida sigue.
Pero en vez de someternos nosotros al ritmo y al movimiento de la vida, con la tecnología hemos encontrado un método eficaz para sujetar a los niños a nuestro sedentarismo, hoy que atarlos a una silla no está bien visto. Pero no esperen que en este artículo ahora les hable de los trastornos cervicales y cerebrales que trae el exceso de uso de estos aparatos. Para ello, en internet podrán encontrar muchas páginas donde personas desaprensivas se dedican a recopilar estos trastornos para meterles miedo, aún más miedo. Y tampoco esperen que me ponga aquí a defender la importancia de la lectura en los tradicionales libros impresos frente a esos “peligrosos” libros digitales que “acaban” con toda posibilidad de lectura comprensiva. No, también pueden encontrar en internet información para asustarse de eso y más.
No, no voy a contribuir al miedo pues la actual pugna que hay entre el presente y el ayer, me recuerda otras batallas inútiles del pasado que llegaron con la aparición de la imprenta, las máquinas, etc. Finalmente es como si desconociéramos la rueda, alguien apareciera en nuestra casa diciendo que acaba de descubrirla y nos negáramos a usarla. Es obvio que una persona que va al mercado a comprar, prefiera llevar la comprar en un carrito con ruedas que seguir cargando los víveres sobre su espalda.
La tecnología no es neutra. Muchos electrodomésticos que surgieron, dicen, para liberar a la mujer de las tareas de la casa, lo que se buscaba era atarlas aún más y conseguir que ellas se sintieran como reinas entre cuatro paredes mientras los machos se divierten cazando dinosaurios en las computadoras de las oficinas.
Las tablets, los celulares y otros aparatos son maravillosos, pero tampoco son neutros para los niños. Pueden, por ejemplo, ser usados para tener falsamente tranquilos a los niños o para contribuir a su desarrollo educativo, a su curiosidad y claro, a su diversión.
Pruebe a compartir con los niños, no sólo para supervisar lo que ven y escuchan sino también para acompañarlos en sus juegos y en sus investigaciones; porque esta nueva guerra que se ha abierto sobre el uso de la tecnología y su prohibición en los colegios y otros espacios, está perdida. Y lo está, entre otras razones, porque los niños viven entre la prohibición en unos espacios y el permiso interesado de los adultos en otros espacios. Es de locos. Pero además es una guerra perdida, precisamente por ser una guerra. Y en las guerras todos perdemos.
Equipo Lantana (Santo Domingo), Un espacio de arte y bienestar. 809 434 1111 – 829 422 5360
En Lantana impartimos clases, individuales y grupales, para niños, adolescentes y jóvenes. Ofrecemos talleres para personas adultas, profesionales de la educación y terapeutas. Aportamos y compartimos recursos educativos desde las artes plásticas, la lectura, la escritura creativa y el lettering, el movimiento y el autocuidado; para contribuir a una sociedad más convivencial donde las personas se cuiden y cuiden a los otros. El equipo de Lantana está formado por la artista gráfica y profesora de arte Bianka Reyes, el escritor y clown Tomás Rubio y colaboradores.