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Semana Santa y Yo

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Rev. Mauro A. Vargas

La Semana Santa es la fiesta cristiana que recuerda los últimos momentos de Cristo en la Tierra: la pasión, la muerte y la resurrección; es decir, desde que llega a Jerusalén proclamado Salvador, hasta que es procesado, muerto, enterrado y resucita.

Los orígenes de la Semana Mayor, se remontan al año 325 donde el Concilio de Nicea fijó la fecha de celebración de Pascua para todo el ámbito católico occidental. A partir de aquel momento, y basándose siempre en el relato evangélico, cada país ha ido construyendo un conjunto propio de celebraciones. A pesar de las variantes y la diferencia de costumbres locales, la finalidad principal es celebrar o rememorar la pasión, muerte y resurrección del Mesías.

Este es un tiempo de reflexión y recogimiento espiritual en cada una de sus confesiones cristianas.  Este es un tiempo en que yo debo meditar en ese gran sacrificio que hizo el hijo de Dios en la cruz del calvario en favor de la humanidad de la cual pertenezco.

Estas festividades centradas en los rituales litúrgicos cristianos se prestan también para encuentros familiares con grandes comidas; en nuestro país no se queda las famosas habichuelas con dulce.  Es un buen momento para ese reencuentro tanto esperado para vernos, abrazarnos y fortalecer el lazo familiar. Un tiempo de sensatez sin la presencia de nada estridente.

La Semana Santa representa un hecho salvífico que Dios realizó en favor de mi a través de su hijo Jesucristo. Todo lo hizo por mí. Semana Santa es una relación entre un Dios que me amó de tal manera para brindarme la oportunidad de rescate cuando todo ya estaba perdido.

Es por ello, que me toca ahora a mí el repensar sobre esta muestra de amor divino. Este es un tiempo muy propicio, para yo detener los pasos inciertos que voy plasmando por la vida cada día y pensar en que alguien un día pensó en mí más allá de lo material y sucedió un evento tan trascendente donde me da paz y garantía de salvación. ¿Por qué entonces no detenerme a reflexionar y valorar un regalo como este?

Consciente de todo lo que la Semana Santa representa y envuelve en favor de cada uno de nosotros, debemos hacer una introspección de cómo estoy agradeciendo el amor de Dios en mi vida y cómo con ese amor transformador estoy favoreciendo a mi prójimo que tanto daño está padeciendo hoy día.

Semana Santa debe ser el espacio más esperado para que comprendamos que con la cruz, Jesús ha abierto de par en par la puerta entre Dios y yo.  Que el sentido original de la Semana Santa deje de ser un hecho histórico en mi vida y se convierta en una relación práctica y fructífera entre ese Dios amoroso y yo.