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«Labios sueltos hunden barcos»

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Patricia Fallas

Una palabra de más puede hundir a una persona y hasta una nación.

Una de las propagandas que usó Estados Unidos en la segunda guerra mundial fue este eslogan: «Labios sueltos hunden barcos.»

Y cuando lo leí me llamó mucho la atención, ya que, literalmente significa que la indiscreción podría tener consecuencias desafortunadas.

Y podemos decir que una palabra de más puede destruir a una persona; pero también puede ponerle el nombre que prefieras a ese » barco.»

Este lema, tenía el objetivo de advertir a soldados y civiles por igual, sobre los comentarios cuyo contenido pudiera servir al enemigo como información en contra de ellos mismos como nación.

Por eso este eslogan se puede traducir de la siguiente manera: «si son indiscretos todos moriremos. «Y es que, cuando somos indiscretos, no solo ponemos en riesgo a otros, también a nosotros mismos.

Si escuchas o te cuentan algo, mantén tu boca cerrada. No seas de esos labios sueltos que, cuando te dicen algo en confianza, luego vas a compartirlo con otros, sin percibir que le estás haciendo daño.

Debemos tener control de la lengua, porque es como un fósforo que enciende un fuego y luego no sabemos cómo apagar.

Santiago 3:5 dice: «lo mismo pasa con la lengua. Es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes cosas. ¡Piensen que con una pequeña chispa se puede incendiar un gran bosque!»

Parece increíble que ese pequeño miembro del cuerpo tenga tanto poder. Y si no sabemos controlarlo, será como un veneno mortal, que se esparce, tocando todo lo que le rodea, para matar.

Santiago nos sigue hablando sobre el poder de la lengua:

«…con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre y también con ella maldecimos a las personas que han sido creadas a imagen de Dios.

De una misma boca proceden bendiciones y maldiciones, Hermanos míos, esto no debe ser