
Hace pocos días el presidente Nayib Bukele derribó una estatua, que representaba la muerte y la corrupción en el Salvador.
Cuánta valentía demuestra, al enfrentar al estatus quo, a través de este y de otros hechos, que son vox populi, no solo entre los salvadoreños, sino también en las demás naciones.
Es una muestra de que es posible gobernar sin doblegarse a los poderes de este mundo.
Muchas veces, detrás de “cultura”, de “tradiciones” y de ciertas “conmemoraciones”, se esconde un mundo de maldad, lidereado por el enemigo de nuestras vidas.
Oramos para que nuestros gobernantes actúen con el mismo arrojo, desarraigando todo lo que acarrea maldición, en nuestra nación, la cual está bajo la promesa de la salvación, del bienestar y de la prosperidad, puesto que, entre otras cosas, levanta el Nombre de Dios y Su Palabra, en sus símbolos patrios.
Imitemos lo bueno.
Que nuestro entendimiento sea despertado a esta verdad:
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.
