Diversos economistas aseguran que en el año 2024 la economía
dominicana se verá afectada, por los acontecimientos internacionales, por el bajo crecimiento de la productividad, por el aumento del costo de la canasta familiar, por el desempleo y por otros factores, que pueden provocar preocupaciones tan serias, que, en muchos casos, conducen a la inestabilidad emocional.
Es obvia la necesidad de transformación del pensamiento ante lo
porvenir, basado en los análisis vertidos o en los indicativos del
momento.
Debemos añadir a Dios en la ecuación.
Por encima de cada pronóstico pesimista, sobre la economía global y local, debemos considerar al Soberano de los pueblos, que tiene el poder de guardar a los que en Él confían y de preservarlos, aun en las más inciertas circunstancias.
En tiempos de José hubo una fuerte hambruna, pero el pueblo de Dios estuvo provisto de todo lo necesario.
Los planes y propósitos de Dios nunca serán afectados, para quienes en Él esperan.
Iniciemos un 2024 confiando en Jesús y en lo que Él es capaz de hacer a nuestro favor. Reconozcámoslo a Él en toda situación y, sin duda alguna, Él allanará nuestras sendas.