En el día mundial de la tierra, la Iglesia no puede pasar desapercibida sin levantar su voz como parte activa y profética de la creación de Dios.
Asumimos qué cómo discípulos de Jesús, centrados en las enseñanzas ecológicas de la teología bíblica, la Iglesia está en responsabilidad de ser un referente del cuidado del medio ambiente, creando, diseñando, acompañado todos los esfuerzos y movilización que procuren la protección, educación y acciones medioambientalistas.
Tristemente un desfase teológico, misional y litúrgico de la Iglesia en su protagonismo ecológico la llevó a desestimar su rol profético en las gestiones a favor de la creación.
Al no integrar a la creación como un campo misional reduciendo sus capacidades regenerativas desde el
Evangelio a tan solo lo almatico del ser humano, trajo como consecuencia una invisibilidad sistemática a sus miembros que en muchos casos satanizan y menosprecian a quienes hacemos y desarrollamos expresiones misionales a favor del medio ambiente.
Sin embargo, la Iglesia puede y debe tomar medidas para revertir esta situación y convertirse en un agente activo en la protección del medio ambiente. Para ello, es necesario que se base en las enseñanzas bíblicas y en las ideas de pensadores como Leonardo Boff, quien ha desarrollado una teología ecológica que propone una nueva forma de entender la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Una de las primeras acciones que la Iglesia puede llevar a cabo es la concienciación de sus fieles sobre la importancia del cuidado del medio ambiente. Esto puede hacerse a través de conferencias, charlas y talleres en los que se aborde el tema desde una perspectiva bíblica y se enseñe a los fieles a ser más responsables con el planeta.
Otra acción importante es la implementación de prácticas ecológicas en las iglesias y comunidades religiosas.
Nosotros como iglesia Comunidad Cristiana Shalom desde hace unos veinte años hemos adoptado diversas medidas para cuidar el medio ambiente, como la recolección de basura, la cosecha de agua para sus cultivos, el reciclaje y la creación de compostajes con los desechos sólidos de la Granja del «Tío Charlie» Parque Recreativo , el no uso de químicos en sus cultivos, tálleres educativos a la niñez en el desarrollo de huertos caseros y manejo de desechos entre muchas otras.
Además de estas acciones concretas, la Iglesia puede colaborar con otras organizaciones y movimientos que trabajan por la protección del medio ambiente, apoyando sus iniciativas y promoviendo la movilización social en torno a este tema.
En definitiva, la Iglesia tiene el deber moral, ético y espiritual de ser un actor activo en la protección del medio ambiente, siguiendo las enseñanzas bíblicas y la teología ecológica propuesta por la biblia misma, ella es un sí misma un ecosistema de regeneración cósmica y su aliada en esa labor es la Iglesia. Además puede fortalecerse con pensadores como Leonardo Boff.
Solo así podrá cumplir con su rol profético en la gestión a favor de la creación y contribuir a la construcción de un mundo más justo y sostenible para las generaciones presentes y futuras.
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