Obispo Mauro A. Vargas Tavarez
Recibir el grado de Doctor Honoris Causa por International Redeemed Christian University, es uno de lo más alto honores que académicamente haya recibido.
Sean mis primeras emocionadas palabras de gratitud a mi Dios, por haber puesto en el corazón de ustedes, el que me hayan otorgado tan alta distinción que en este memorable acto recibo.
Mis reconocimientos para el Excmo. Dr. Lainer A. Gómez S., Presidente internacional De International Redeemed Christian University y a todo el staff de las diferentes facultades que le componen.
Saludos y respeto para mis compañeros hoy distinguidos, con mención especial al Obispo Rafael Cruz Lora, por ser el responsable del recinto de este Magno Acto, así mismo para todos los graduandos de esta alta casa de estudios.
Extiendo mis agradecimientos al Dr. Rodrigo Bermúdez por sus recomendaciones a favor nuestro.
Bendigo a Dios por mi familia (esposa, hijos, nueros, nieto) aquí presente y por una gran representación de amigos ministros y de la gloriosa iglesia que tengo el honor de pastorear Iglesia de Dios TABERNACULO DE GOZO.
¡Doctorado Honoris Causa! Una distinción por razón o causa de honor sin tener que pasar intencionalmente por los trámites para obtenerlos, sino como reconocimiento a méritos especiales. Así reza la filosofía y el concepto de un honoris causa.
Por esto, este momento lo describo de esta manera, “Gracia Divina”, pues yo no me preparé para recibir esto, fue obra de Dios que me dio unos valores a través de su palabra y herramientas a través de la educación y que el tiempo se ha encargado de ser el mejor testigo.
Al recibir hoy este Doctorado Honoris Causa, nos emociona y nos compromete aún más. Emociona porque muestra la generosidad con que ustedes han contemplado el trabajo, vocación para la formación dentro de las aulas, aportes en el campo educacional que ha caracterizado nuestra trayectoria y al mismo tiempo compromiso, porque distinciones como éstas, nos hacen ver la responsabilidad de mantenernos invariables en un camino que no hemos terminado, sino que es mucho lo que nos falta por recorrer.
Recibo con toda humildad este alto honor doctoral y lo coloco a los pies de mi Señor y Salvador Jesucristo, quien es merecedor de toda gloria y honra en este momento y siempre.
La educación, innegablemente juega hoy el papel más importante y fundamental para hacerle frente a la ola de inseguridad, violencia, incertidumbre y pobreza en que se vive. Miro hacia arriba con la esperanza de que la educación acuda a ese llamado, pues es una realidad que nuestra sociedad padece de estas enfermedades por falta de educación.
Pero es importante a su vez entender, que necesitamos una educación que no solo se limite a exponer el bagaje que sustenta una cultura; sino más bien, necesitamos una educación desde el hogar hacia la escuela y la universidad. Una educación donde los jóvenes sean ciudadanos del mundo, que respeten a sus semejantes, que practiquen la tolerancia, que vivan los derechos humanos; que sus conductas se rijan por el respeto y la honestidad.
Ahora ya no solo debemos educarnos para saber, para ser, para tener. Ahora debemos educarnos con solidaridad para hacer, para convivir.
Al recibir es honra de “pura Gracia”, siento mayor compromiso por mantener el evangelio de Dios en alto desde las comunidades más vulnerables hasta la academia más encumbrada.