En Semana Santa se celebra la redención del ser humano en todas sus dimensiones. En solo semana una de su vida en la tierra Jesucristo estableció contundentemente los fundamentos en los que se han establecido las instituciones occidentales más importantes, uno de los cuales es el vilipendiado principio de la separación de la Iglesia y el Estado (Lucas 10:25). La incorrecta interpretación de esta verdad ha llevado a muchos cristianos a rendir sus derechos políticos ante gobiernos que los usan, maltratan, dividen e ignoran. Cristo sin duda apuntaba a un fiel cumplimiento de los deberes ciudadanos y principalmente los deberes hacia Dios.
Al responder la pregunta de los que lo acosaban con toda suerte de trampas Jesús les demostró a estos su omnisapiencia. Al encarar el mismo dilema político muchos cristianos de hoy se turban y responden cayendo en la trampa que Cristo evitó.
Al aproximarse las elecciones nacionales del 2024 el dilema planteado ha de ser visto en cuanto a dos hechos acaecidos alrededor de la Pasión de Cristo, como son el juicio ante Pilatos y la comparecencia de Judas ante los principales sacerdotes judíos para devolver las 30 piezas de plata que recibió por su traición. (Mateo 27:3).
Pilatos no quería condenar a muerte a Jesús porque estaba convencido de su inocencia y su misma esposa había tenido un sueño perturbador sobre el Divino Maestro. Por esto pone a la gente a decidir entre el criminal Barrabás o Jesús, dando por seguro que la elección sería fácil, rápida y justa. Su carrera política fue sellada por la errada escogencia del pueblo la cual fue inducida por los líderes oficiales del pueblo judío que eran los principales sacerdotes y los ancianos. (Mateo 27:18-20). Esto nos enseña que aquello que a simple vista resulta lógico es incierto a la luz de la Ciencia Política como ciencia social que estudia y analiza las relaciones de poder, implícitas o explícitas, entre la autoridad y los individuos, los grupos, y las organizaciones; y las estructuras, procedimientos y procesos a través de los cuales se llega a las decisiones políticas.
Al igual que el pueblo judío, los votantes dominicanos del ámbito cristiano, también son inclinados a votar a veces por el mismísimo Barrabás, otras tantas por Judas. Votan por Barrabás cuando la plataforma política del candidato que apoyan es anticristiana. Estos son los candidatos que enarbolan el progresismo o neosocialismo, el aborto, el movimiento LGTB, el bienestar social basado en bonos a los pobres e impuestos progresivos, la enseñanza humanista en las escuelas, el estado omnipotente, el aumento de la deuda nacional, la limitación de la patria potestad, el feminismo, nuevos derechos humanos al margen de los suscritos en la carta de constitución de las Naciones Unidas, entre otros. Nuestros gobernantes desde el 1996 hasta la fecha se han sumado en menor o mayor grado a esta corriente.
Los Judas, por otro lado, son aquellos que son cristianos de confesión de fe pero que contribuyen sin reparos ni remordimientos con los gobiernos de turno no importando si son corruptos o tramposos. Podrían haber sido como José, Daniel y sus amigos judíos, Nehemías, Ester entre otros, y hay buenos ejemplos entre nosotros, pero la realidad es que la mayoría simplemente ocupan posiciones de gobierno en las cuales administran para beneficio de algunas iglesias influyentes e inducen tantos votos que terminan sustentando el poder de los Barrabás. Estos aglutinan a su alrededor gran cantidad de adeptos fieles por los recursos aunque sean lícitos que reciben, y neutralizan el voto de los llamados a ser sal y luz del mundo.
Los candidatos que representan a Jesús son diferentes. En pocas palabras, son llamados a ser gobernantes sabiendo que su autoridad proviene de Dios (Juan 19:11), que se manejen con lo que corresponde al César (impuestos justos), enarbolan la libertad de prensa, pensamiento y religión como legado de la Biblia y el protestantismo, una escuela caracterizada por la creatividad y la investigación enfocada a formar una población económicamente activa competente, la enseñanza general de los principios y valores cristianos como lo hizo Martín Lutero al fundar la escuela pública; la verdadera democracia basada en la libre expresión del voto ciudadano consciente, el respeto a las institucionesiniciando con la familia, la iglesia y las dependencias del gobierno, el sometimiento estricto a la constitución (Pacto) y a las leyes como una imagen del mejor sistema de gobierno dado por Dios en el Monte Sinaí y aprobado por el pueblo (Éxodo 19:3-8), el valor del trabajo y, por consiguiente, la productividad como su fruto; la defensa de la patria, la búsqueda del desarrollo a través de la creación de los medios económicos para que los dominicanos sean autodependientes y el manejo sagrado de los bienes del estado. Si son legisladores deben elaborar proyectos de leyes que beneficien al pueblo y que representen sus mejores intereses.
Con estas líneas bastaría para que escojamos votar por los representantes de Cristo y su reino, pero lamentablemente siempre habrá los que induzcan al pueblo a votar masivamente por Barrabás y por Judas.