Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Miqueas 7:19.
Cuando pensamos que las misericordias de Dios son nueva cada mañana, nos hace ver, que es muy posible, que el día anterior hayamos fallado, por lo que Dios nos espera con una misericordia nueva al amanecer. Esta condición de “renovación” que posee la misericordia de Dios no nos otorga una licencia abierta para el pecado. Pero nos produce sumo gozo, saber, que la naturaleza adámica no es más poderosa que la de Cristo.
En parte, Dios permite que poseamos vigías, que están más atentos que nosotros mismos. Esos a quien llamo: “Buzos Espirituales”, que no solo están pendiente de lo que hacemos hoy, sino de lo que sucedió en nuestro pasado remoto. Ellos no se circunscriben a las fallas actuales, ellos están al día con el ayer, pero muy expectante con el futuro. Y eso no está mal en sí, ya que eso nos hace andar con “pasos más finos”, ya que sabemos que nos están vigilando.
El Salmo 59 en 17 versos bíblicos, nos habla de cómo David se sentía espiado por Saúl. Pero los Buzos, van a las profundidades del olvido, buscan el cofre del pasado, rompen el candado que le colocó Miqueas 7:19 y lo exhiben en el museo de sus acusaciones.
Solo que, a cada buzo que ves, buscar en el mar del olvido de alguien, se le olvida, “que marineros somos y en el mar andamos”. Por más que la gente hable, nadie puede romper el candado que le puso Dios a la vida de un pecador arrepentido.
¡Déjalos que buceen y que busquen en el cofre del ayer e intenten romper los candados del olvido, porque la misericordia del Señor, es un candado inviolable porque está engrasado con la Sangre del Cordero.