SAMUEL GUZMÁN B.
El día 14 de febrero, en la cual el calendario nos convoca a celebrar lo que se ha establecido como día del amor y la Amistad, me trae muchos recuerdos.
En esta fecha, pero remontándome a mi niñez y adolescencia, recuerdo que en el colegio nos ponían sobre nuestro uniforme un corazón elaborado con cartulina roja. Preferíamos llevar algo rojo, claro sin que esto afectara nuestro uniforme. Era un día de celebración la cual al pasar de los años nos trae esas añoranzas que nos poden a recordar.
Esta festividad en principios solo celebraba el amor, pero más adelante, quizás por solidaridad a aquellos solteros y reconociendo el valor de la amistad, la misma se abrió para incluir ambas cosas.
Pero en realidad, amar no es solo de un día. Amar es un sentimiento muy especial que lo encarnó nuestro padre Dios al enviar a su hijo a nacer en un mundo pecador, para luego constituirse en el mediador entre Dios y los hombres.
Amar es mucho más que una celebración. El amor es eterno, duradero. Como lo expresa la Biblia en el libro de Corintios: El amor todo lo soporta, todo lo sufre, todo lo espera, el amor nunca deja de ser.
Más adelante también la Biblia en primera de Juan: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Para el amor no hay medidas. ¡Amemos!
