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Neuronas espejo, autismo y teatro

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Tomás Rubio

El teatro es imitación y otras muchas cosas, entre ellas improvisación. Imitación e improvisación parecieran dos actividades contrapuestas. Se imita lo que se ve y conoce, pero ¿Qué conocemos cuando improvisamos? Sencillo, conocemos lo que hemos aprendido imitando la naturaleza, imitando el movimiento de un animal, de una persona o hablando como la dueña del salón. Es entonces cuando al improvisar, y aparentemente sin saber de dónde, surge esa genialidad que no esperábamos los actores o actrices, ni el público. Somos más creativos cuando aprendemos imitando.

Los niños están continuamente imitando a los adultos y para hacerlo nos observan continuamente, incluso cuando pensamos que no lo hacen. Así, un buen día ves a tu hijo que está arreglando su cama o pensando con la mano apoyada en la mejilla. Claro, que también nos observan cuando gritamos o arrojamos un papel al piso.

Hace algunos años los neurólogos y neurofisiólogos Giacommo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese descubrieron unas neuronas a las que llamaron neuronas espejo. A partir de su trabajo ha surgido la hipótesis que propone que son estas neuronas espejo las que posibilitan la imitación y que por lo tanto debe haber un comportamiento innato en el cerebro del recién nacido que permite este comportamiento imitativo.

Parece pues que sin estas neuronas no podría darse el teatro, el cine, la danza y tantas actividades humanas que tienen que ver con el aprendizaje.

Y sin embargo, también sucede que en los niños con autismo algo pasa con sus neuronas espejo para que no realicen ciertas imitaciones. Marco Lacoboni, neurocientifico de la universidad de california, afirma que en las personas con autismo hay una actividad reducida en las neuronas espejo. La buena noticia – añade – es que se puede intervenir y hay tratamientos basados en la idea de volver a entrenar las neuronas espejo para que funciones mejor.

Estos entrenamientos tienen mucho que ver con el teatro. En nuestras sesiones incorporamos mucho los juegos de imitación con este objetivo. Porque si aprendemos a imitar seremos más creativos.

Y ahora una propuesta para propiciar la imitación. Un sencillo recurso que ustedes pueden hacer en casa.

Se colocan en parejas uno enfrente del otro. Uno irá haciendo movimientos lentos y segmentados. Es decir, que además de ir despacio, no vamos a mover todo el cuerpo; ni siquiera, por ejemplo, todo el brazo, sino solo los dedos de una mano. Después moveremos la mano completa y el otro imita. El tercer movimiento puede ser el antebrazo y ya podemos seguir con el hombro, la cabeza, etc. Lo importante es ir despacio y segmentando los movimientos para que el que imita pueda seguirnos. A estos movimientos le podemos añadir sonidos con las vocales por ejemplo. Y claro, obviamente podemos crear imitaciones con la lengua, solo con los ojos y las emociones: risa, tristeza, asombro, enojo.

En un segundo momento se puede ampliar con imitaciones de bailes, actividades deportivas, profesionales. Por ejemplo, quien va primero se mueve como una tenista, un boxeador, un pelotero, una jugadora de golf, etc.

Con esta actividad, además de entrenar las neuronas espejo como afirma el Marco Lacoboni, neurocientifico, conseguimos mayor concentración, atención conjunta, colaboración, espera de turnos y algo muy importante que obtenemos es desarrollar la creatividad.

Para cualquier consulta estamos a su disposición: Equipo Lantana (Santo Domingo) Un espacio inclusivo de arte, creatividad y educación humanista. 809 434 1111 – 829 422 5360.

Tomás Rubio se inició en el Teatro Creativo Sanador y el Chi Kung (movimiento sanador) en la Escuela Neijing fundada por el psiquiatra y artista José Luis Padilla Corral. Actualmente, junto a la artista gráfica Bianka Reyes, es codirector de Lantana.

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