
Samuel Reyes (samuelreyes7@hotmail.com)
Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen. Benjamín Disraeli.
Hace unos meses se viralizó un video donde se mostraba varios drogadictos en las calles de Filadelfia, EE UU, que parecían zombis, candidatos a morir por sobredosis. No intento discurrir sobre la cuestión de si el usar drogas es correcto o no. Es más importante entender que el uso de drogas es el síntoma de otros problemas y son la respuesta superficial a algunas preguntas básicas de la vida.
La gente consume drogas por múltiples razones. Una de ellas es porque trata de escapar a la realidad. Se siente presionada tal vez por un hogar turbulento, por el fracaso escolar o por tener amigos superficiales y plásticos. Las drogas son un alivio temporal y fácil a las frustraciones de la vida y al menos por un tiempo, el drogadicto puede mandar a todo el mundo al diablo y sencillamente dejarlo todo y sustraerse de ese dolor existencial.
Algunos afirman que el drogadicto es un rebelde social. Incluso hay artistas que popularizan esta idea. Es cierto que en este mundo hay muchas cosas que tienen que cambiar y lamentablemente por eso hay quienes ven en las drogas un medio de romper reglas y desafiar tabús. Si la ley dice que no deben consumir drogas ellos se oponen porque hacen lo que les da la gana.
El drogadicto puede estar aburrido de la vida y busca una nueva experiencia excitante. Carl Jung, un psicólogo, dijo, “la neurosis central de nuestros tiempos es el sentimiento de vacío”. Muchos descubren que están solos en el mundo y piensan que deben hacer algo para que sus vidas sean dignas de vivir. En otras palabras, algunos se cansan de jugar los juegos que otros juegan y tienen la expectativa de que las drogas pueden ser esa nueva experiencia radical que buscan, creen que las drogas les pueden dar esa nueva emoción que andan buscando.
Otros tratan de encontrar una identidad que les dé sentido a sus vidas en una sociedad global en la que es tan difícil ser una persona única o diferente. Nos convertimos en un número de cédula de identidad, seguridad social, cuenta bancaria, matrícula universitaria, cliente, usuario y contraseña, tarjeta de crédito. En el submundo de las drogas se percibe una identidad ficticia cónsona con los avatares, redes sociales y el metaverso.
Las drogas no son la solución a estos problemas ni a otros que llevan a la drogadicción. Solo tratan con los síntomas. Son como el efecto de la aspirina, el mentol o el acetaminofén como tratamiento contra la gripe. Solamente alivian los síntomas temporalmente pero no tratan de manera efectiva con las causas y el legalizarlas supondría una rendición cuando lo que debe hacerse es encarar con decisión firme a los detonantes que le dan lugar.
