Samuel Reyes samuelreyes7@hotmail.com
El personaje de la novelista británica del siglo 19, Mary Shelley, llamado el monstruo de Frankenstein, inauguró el género de novela de ciencia ficción moderna. Frankenstein personifica un ser creado a partir de partes de cadáveres que llega a medir 8 pies de alto y que recibe la vida de parte de su creador Víctor Frankenstein, mediante un experimento.
La aspiración natural del país es que el nuevo código penal contemple sanciones efectivas e inspire todas las leyes que tengan que ver con las faltas y delitos que dañan la sociedad dominicana.
Si el nuevo código contemplara sanciones para delitos que los dominicanos no consideran que les afectan causará frustración y si no contempla los correctivos para los crímenes que les agobian y que se perciben como tales, entonces va a causar que sea rechazado hasta por la gente común lo cual sería síntoma de que es ilegitimo.
En el proyecto de ley que está en curso hay incongruencias que lo hacen ver ante muchos como un auténtico Frankenstein legal. Por ejemplo, las penas establecidas para el crimen de un hombre que mate una mujer se tipifican como feminicidio y con la pena más alta del código y, si una mujer matase un hombre se castiga con mucho menor severidad, al mismo tiempo contempla el aborto como un delito leve. También invade el terreno de la potestad de los padres de corregir positivamente a sus hijos y tipifica innecesariamente la discriminación por orientación sexual.
En tal sentido razonamos que si algunos congresistas creen tener la mejor propuesta pues solo deben de tratar de convencer a los demás de que lo es, y si no lo logran deben respetar la voluntad de amplios grupos de la nación que, si bien desean que se penalicen todos los crímenes, no ven con buenos ojos que aprovechen la legislatura para penalizar conductas que le son propias de su idiosincrasia y cultura y dejar sin el justo castigo otras que considera que deben ser prohibidas.
Al final, al proyecto del nuevo código penal le puede pasar como al fenómeno del monstruo de Frankenstein que en uno de sus diálogos reflexivos expresa “Si seres tan hermosos eran desdichados, no era de extrañar que yo, criatura imperfecta y solitaria, también lo fuera.”
Al referirse al proceso de aprobación de esta ley la gente del pueblo hasta lo hace con temor por considerar que fuerzas poderosas lo están impulsando, pero en un futuro no muy lejano, este código se va a quedar solo y sin apoyo de la sociedad y será tristemente derogado y quien sabe si el mismo pueblo considerará monstruoso al código en sí mismo y considerará azarosos los nombres de quienes lo prohijaran.