Las vías públicas son de todos y de nadie a la vez.
por Bienvenida González / Psicóloga Clínica. Terapeuta Familiar, M.A
“Andar en bicicletas nos ayuda a todos”. “ La calle es para todos”. Esta ha sido una iniciativa atinada del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que promueve el uso de las bicicletas para el transporte público , con miras a la preservación de un ambiente ecológico que favorezca la salud ambiental.
¿ Se ha preguntado usted el porqué de esta leyenda? ¿ no será una manera de prevenir la integridad física de los ciclistas, y a la vez concientizar a los ciudadanos respecto a que las vías públicas son de todos y de nadie a la vez?
En esta línea de pensamientos abrimos este dialogo reflexivo con usted, sí , con usted que hace uso de su tiempo frente a un volante y que presumimos posee su licencia de conducir y un seguro de su vehículo si es de motor, o algún documento que le acredita como propietario de una bicicleta, triciclo o carretilla y que suele movilizarse entre callejones, calles, avenidas, puentes y elevados.
Reaccionar frente a esta realidad en cuanto a la movilidad vial, viene enlazado al cúmulo de horas empleadas en el día a día en las vías públicas, mismas que están íntimamente relacionadas al costo emocional y al estrés acumulado y que decir del elevado consumo de combustible.
En primer lugar, las vías publicas constituyen un bien común, un beneficio invaluable para los ciudadanos que se movilizan montados sea a nivel privado o público , como a los llamados transeúntes cuya movilidad descansa en sus propios pies.
En segundo lugar, cada ciudadano es parte y todo a la vez. Esta idea es sustentada por el concepto de “Holón “, el cual enfoca la correspondencia interactiva y de pertenencia de una persona en su contexto familiar, grupal y social. Esta correspondencia le habilita para representar a tales contextos, aun siendo una persona individual.
Por ejemplo, usted como persona tiene características propias que la tornan distinta a las demás personas, incluso en su familia. No obstante, usted es una representación de su familia, pues contiene los elementos de esta. Es una persona y a la vez es su familia. De igual manera ocurre en la sociedad. ¿ Quien es el dueño de la sociedad? ¡Todos y Ninguno! ¿A quiénes pertenecen las vías públicas? ¡A todos y a ninguno!
En tercer lugar, la posible percepción experimentada por quienes se movilizan en las vías públicas – en cualquier tipo de movilidad- es la siguiente : hay quienes se creen dueños de las vías públicas, con el derecho de bloquear a otros vehículos, violentar las luces del semáforo, manejar en vía contraria, entorpecer el tránsito, no permitir el cruce de peatones y un sin número de actitudes y acciones que le mueven el piso a cualquiera en cuanto al asombro se refiere.
Ceder el paso, a mas de constituirse en una regla de cortesía , es una manifestación conductual que de manera indiscutible se fundamenta en una concepción de que, así como el sol sale para todos, las vías públicas pertenecen a todos y a nadie a la vez.
Solía escuchar a un gran conductor expresar lo siguiente : “ a la gente de a pie, hay que cederle el paso, pues están en desventajas respecto a quienes andamos montados”. Tremenda verdad, que no siempre es tomada en cuenta.
En cuarto lugar, ¿ que se gana y que se pierde al ceder el paso? “ Pase usted… después de usted”… se pueden perder vidas y propiedades, unos segundos del tiempo-hora, la estabilidad social y emocional y se gana el bien común, prevenir daños a terceros, muertes y confrontaciones innecesarias, promover la cultura de la paz tan anhelada en este tiempo y, sobre todo la oportunidad de servir y estar para las demás personas.
Los pronósticos respecto a nuestro país, República Dominicana, dejan mucho que desear en cuanto a la regularización del tránsito vehicular. Aun así , aguardemos con esperanza que la educación vial y las leyes y normas establecidas se implementen, sostengan y promuevan, para el bien individual y colectivo.
Mientras tanto : “ Ceda el paso”.
esta ha sido una iniciativa atinada del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que promueve el uso de las bicicletas para el transporte público , con miras a la preservación de un ambiente ecológico que favorezca la salud ambiental.
¿Se ha preguntado usted el porqué de esta leyenda? ¿no será una manera de prevenir la integridad física de los ciclistas, y a la vez concientizar a los ciudadanos respecto a que las vías públicas son de todos y de nadie a la vez?
En esta línea de pensamientos abrimos este dialogo reflexivo con usted, sí , con usted que hace uso de su tiempo frente a un volante y que presumimos posee su licencia de conducir y un seguro de su vehículo si es de motor, o algún documento que le acredita como propietario de una bicicleta, triciclo o carretilla y que suele movilizarse entre callejones, calles, avenidas, puentes y elevados.
Reaccionar frente a esta realidad en cuanto a la movilidad vial, viene enlazado al cúmulo de horas empleadas en el día a día en las vías públicas, mismas que están íntimamente relacionadas al costo emocional y al estrés acumulado y que decir del elevado consumo de combustible.
En primer lugar, las vías publicas constituyen un bien común, un beneficio invaluable para los ciudadanos que se movilizan montados sea a nivel privado o público , como a los llamados transeúntes cuya movilidad descansa en sus propios pies.
En segundo lugar, cada ciudadano es parte y todo a la vez. Esta idea es sustentada por el concepto de “Holón “, el cual enfoca la correspondencia interactiva y de pertenencia de una persona en su contexto familiar, grupal y social. Esta correspondencia le habilita para representar a tales contextos, aun siendo una persona individual.
Por ejemplo, usted como persona tiene características propias que la tornan distinta a las demás personas, incluso en su familia. No obstante, usted es una representación de su familia, pues contiene los elementos de esta. Es una persona y a la vez es su familia. De igual manera ocurre en la sociedad. ¿Quien es el dueño de la sociedad? ¡Todos y Ninguno! ¿A quiénes pertenecen las vías públicas? ¡A todos y a ninguno!
En tercer lugar, la posible percepción experimentada por quienes se movilizan en las vías públicas – en cualquier tipo de movilidad- es la siguiente : hay quienes se creen dueños de las vías públicas, con el derecho de bloquear a otros vehículos, violentar las luces del semáforo, manejar en vía contraria, entorpecer el tránsito, no permitir el cruce de peatones y un sin número de actitudes y acciones que le mueven el piso a cualquiera en cuanto al asombro se refiere.
Ceder el paso, a mas de constituirse en una regla de cortesía, es una manifestación conductual que de manera indiscutible se fundamenta en una concepción de que, así como el sol sale para todos, las vías públicas pertenecen a todos y a nadie a la vez.
Solía escuchar a un gran conductor expresar lo siguiente: “ a la gente de a pie, hay que cederle el paso, pues están en desventajas respecto a quienes andamos montados”. Tremenda verdad, que no siempre es tomada en cuenta.
En cuarto lugar, ¿qué se gana y que se pierde al ceder el paso? «Pase usted… después de usted”… se pueden perder vidas y propiedades, unos segundos del tiempo-hora, la estabilidad social y emocional y se gana el bien común, prevenir daños a terceros, muertes y confrontaciones innecesarias, promover la cultura de la paz tan anhelada en este tiempo y, sobre todo la oportunidad de servir y estar para las demás personas.
Los pronósticos respecto a nuestro país, República Dominicana, dejan mucho que desear en cuanto a la regularización del tránsito vehicular. Aun así , aguardemos con esperanza que la educación vial y las leyes y normas establecidas se implementen, sostengan y promuevan, para el bien individual y colectivo.
Mientras tanto: “Ceda el paso”.