SAMUEL REYES
Los profetas de Israel eran también reformadores sociales. Algunos fueron hombres de Estado levantados por Dios para tratar de volver al pueblo de Israel a su constitución y
principios de fe. Su éxito fue temporal porque finalmente a los israelitas les llegó el juicio y el castigo de Dios a través del exilio y el dominio férreo de los imperios de las diferentes épocas de la historia antigua.
A mediados del siglo XX se levantó con éxito un movimiento por los derechos civiles de los negros lidereado por Martin Luther King y Malcolm X.
Ambos tuvieron inspiración en diferentes fuentes y tenían diferentes metas y métodos de lucha. King era pastor bautista y pacífico, tuvo mayor aceptación entre los suyos y, a
lo largo de su vida fue insultado, atacado e incluso detenido por sus ideas, pero siempre predicó los valores cristianos, como el amor y la hermandad. Defendía la convivencia
entre negros y blancos, y consideraba que eran iguales ante Dios. Malcolm fue acusado de robo a sus 20 años y en la cárcel entró en contacto con la Nación del Islam, un grupo
extremista que sostenía que los negros debían tener su propia cultura, civilización y nación al margen de los blancos.
Ambos tenían mucho carisma y eran grandes oradores, por eso sus discursos reunían a multitudes. Malcolm X murió a manos de fanáticos de la Nación del Islam en 1965 y, Martin Luther King fue muerto por un grupo de racistas blancos en 1968.
En el siglo XXI se han levantado varios movimientos de autoproclamados reformadores sociales teniendo como escenario preferido los Estados Unidos. En el último año se
destacaron en ese país el movimiento Antifa (abreviatura de movimiento antifascista) y Black Lives Matters (BLM) “Las vidas de las personas negras importan”. Antifa no es nuevo porque es un movimiento internacional que remonta su fundación al 1932 en la lucha contra los nazis. En Estados Unidos aparenta ser autóctono y espontáneo en su activismo. BLM es un movimiento creado en el 2013 por tres mujeres negras a partir de
una etiqueta de redes sociales.
La gran diferencia de aquellos reformadores sociales con los actuales es que los antiguos tenían un liderazgo más firme y basado en una lucha de cambios sociales fundamentales como el fin de la segregación racial o el derecho al voto. Los de hoy
parecen obedecer a directrices políticas y hasta se han manchado con protestas violentas y saqueos y algunos activistas llegan a la práctica reprochable de la instrumentalización de víctimas de la violencia social.
Los reformadores sociales, así como los verdaderos profetas luchan por un ideal de nación. Hoy también debemos buscar la igualdad y no la supremacía, y luchar pacíficamente para que todos seamos tratados como iguales no importando sexo,
religión o raza.