
Por Duardy Ml. Estrella Taveras
Cuando Jesús aparece en escena en el primer siglo, se percata de que los líderes religiosos de ese tiempo habían interpretado de manera incorrecta la Ley dada por Dios a su pueblo. Los fariseos y los escribas habían transmitido al pueblo la idea de que la Ley era un conjunto de comportamientos o de manifestaciones externas de la conducta humana, que les justificaban delante de Dios. No les habían enseñado a ver la ley como algo que no solo juzgaba la conducta externa, sino que también la conducta interna del hombre, esto es, los pensamientos de la mente y los sentimientos del corazón. Habían distorsionado el sentido de la Ley al darle una connotación esencialmente material. Esa incorrecta forma de concebir la Ley, propició la creación de un grupo de creyentes vanos y superficiales por su forma material de percibir la vida cristiana. Creyentes enfocados más en la justicia de los hombres que en la justicia de Dios. De ahí la decisión de Jesús de pronunciar su más célebre discurso conocido como el sermón del monte. Jesús necesitaba corregir esta mala interpretación que se le había dado a la Ley a causa de la mala enseñanza de estos líderes que no habían estado haciendo bien su trabajo.
Actualmente se debate en la sociedad dominicana, si es justo o no incluir en el proyecto de Código Penal que aun se discute en el Congreso Nacional, las ya conocidas tres causales del aborto. Al respecto, llama poderosamente la atención ver como muchos cristianos, lejos de defender abiertamente la causa de la vida, han preferido permanecer en silencio sin emitir ningún tipo de juicio. Y lo que es peor, sorprende más aun, ver a otros dar su consentimiento para que sean aprobadas estas tres causales, supuestamente por entender que las mismas son justas, porque protegen el derecho a la vida de la madre.
A la luz de lo que vemos en las Escrituras, es evidente que la postura que un cristiano debe asumir en cuanto a esta cuestión, tiene que ser la defensa del derecho a la vida, no solo de la madre, sino también del no nacido, sin excusas, sin pretextos y sin causales. Sin embargo, hay algunas razones que hacen que varios creyentes asuman una postura distinta a esta. Una de ellas es que muchos pastores y líderes cristianos de este tiempo, no han estado haciendo bien su trabajo. La mala enseñanza ha facilitado que numerosos creyentes de hoy sean bíblicamente débiles, y por lo tanto, muy vulnerables al pensamiento secular. Un pensamiento que, o los enmudece, o los lleva cautivos a una postura que se ubica en las antípodas en comparación con la verdad bíblica.
Desde hace ya varios años, vemos un crecimiento importante en la membresía de la iglesia evangélica en occidente. Sin embargo, ello se debe en gran parte al hecho de que muchos pastores, queriendo hacer más popular el Evangelio, han suavizado la verdad bíblica para hacer de la vida cristiana una carga menos pesada. Le han dado al Evangelio, el mismo sentido material que en su momento le dieron los escribas y los fariseos. Al igual que como ocurrió en el primer siglo, esa mala enseñanza ha contribuido también a formar cristianos ambiguos en su forma de vida. La instrucción bíblica incorrecta que han recibido, posibilita que el régimen moral por el cual se rige el hombre no creyente, ejerza en ellos hoy una mayor influencia. Esa influencia erosiona sus frágiles convicciones cristianas, y hace que con frecuencia asuman posturas no bíblicas en asuntos en los que se contraponen el pensamiento secular y la verdad bíblica.
Así pues, el hecho de que algunos cristianos hoy no apoyen el derecho a la vida de todo ser humano, o que prefieran guardar silencio para no ser objeto del escarnio o la burla de los grupos pro aborto, es la consecuencia de que muchos líderes cristianos no hayan estado haciendo bien su trabajo. La pobre labor de enseñanza de estos líderes, ha contribuido a formar una masa enorme de creyentes superficiales que ven la vida cristiana, como una especie de menú a la carta en donde pueden ordenar lo que les apetezca del Evangelio, desechando todo aquello que no les agrade. Han contribuido a crear un tipo de Evangelio personalizado con un sentido material, en donde se permite al creyente asumir de manera íntegra la parte de la verdad bíblica que despierta su apetito carnal, y reformular la otra parte para acomodarla también a la conveniencia terrenal. La debilidad teológica de este tipo de cristianos superficiales, es lo que facilita que asuman como correcta la concepción que tiene el mundo de algunos conceptos que, vistos bajo la lupa de la justicia humana, lucen justos o legítimos, pero que, al observarlos a través del cristal limpio de la Palabra de Dios, vemos como contradicen claramente lo que el mismo Dios ha establecido sobre ellos.
Dos de estos conceptos son la justicia y la vida humana. En un mundo posmoderno en donde el individuo es dominado por sus emociones y en donde todo es relativo y nada es absoluto porque cada quien es dueño de su propia verdad, no es extraño que el cristiano superficial quede atrapado por sus emociones y por el relativismo moral con el que se abordan estos conceptos. Tal como manifiesta James Sire en su obra “El Universo del al Lado”, el posmodernismo promueve una comprensión difusa de los valores morales asociados a la vida, y de lo que es la vida en sí misma. Así pues, un entendimiento bíblico vago de como Dios define la vida y de lo que es justo o no para Él, unido al dominio que ejercen sobre el individuo de hoy sus emociones, plantea un enorme reto para este a la hora de juzgar si se justifica o no el aborto en el caso de estas tres causales. Desafortunadamente, muchos líderes cristianos no han estado haciendo bien su trabajo, alertando a estos cristianos sobre los peligros del pensamiento posmoderno.
No es coincidencia que Jesús al concluir su discurso del sermón del monte termina exhortándonos en Mateo 7:24-27 a fundar nuestra convicción cristiana sobre el cimiento sólido de la Palabra de Dios, y no como el hombre insensato que edifica su casa sobre un cimiento inestable como la arena. En otras palabras, la vida cristiana de un creyente superficial no podrá mantenerse en pie, si funda su cimiento sobre las concepciones humanas porque ellas cambian constantemente. Lo que es moral para el hombre hoy, mañana no lo es. Así que caerá muy fácilmente ante el dilema emocional y la subjetividad que plantean estas tres causales, porque no podrá resistir el ímpetu de esos vientos y de esas lluvias. Un cristiano que concibe la vida y la justicia a partir de lo que enseña este mundo, y no de lo que dice Dios en Su palabra, es emocionalmente vulnerable y, por lo tanto, propenso a ser manipulado por aquellos que defiende la causa del aborto. Un cristiano superficial podrá distinguir lo bueno de lo malo, pero no podrá discernir entre lo que es bueno y lo que aparenta ser bueno, tal como ocurre con las tres causales.
El autor Douglas J. Moo en su comentario de la carta a los Romanos, señala que: “vivimos todavía en un mundo fuertemente influenciado por el pecado y por formas perversas de pensamiento y conducta”. Esa es la razón por la cual el apóstol Pablo nos llama en esa misma carta a renovar nuestra mente para conocer cual es la voluntad de Dios, para poder entender que la concepción de Dios sobre la vida y la justicia es la correcta. Pero también para poder discernir, que hay ciertas situaciones en las que, aun cuando esa voluntad de Dios no luce buena, agradable y perfecta, realmente lo es. ¿Cómo podrá un cristiano superficial discernir correctamente estas cosas, si sus líderes no hacen bien su trabajo?
Pablo señala que para poder conocer esa voluntad de Dios, nuestra mente debe ser renovada. Sabemos que esa renovación opera por medio del accionar del Espíritu Santo, pero también sabemos que el hombre participa en este proceso de renovación alimentando su mente. Al respecto, dice el precitado autor que: “Algunas de nuestras formas de pensar están profundamente arraigadas en nuestro ser y no desaperecerán de la noche a la mañana”. De ahí la importancia de la enseñanza de nuestros líderes cristianos. ¿Con que han estado alimentando las mentes de los creyentes? ¿Con la leche espiritual no adulterada o con alimento de naturaleza secular? ¿Les están enseñando a ver la Biblia como un código de conducta o como una norma de vida integral que lo abarca todo, incluyendo el proceder del creyente, en aquellos ámbitos de naturaleza difusa como la política y las causas sociales?
Uno de los objetivos de las tres causales es precisamente simular un escenario de excepcionalidad, con apariencia de justicia, para sacar al cristiano de un ambiente claro y superficial y colocarlo en uno oscuro y profundo, en donde el pensamiento secular luzca ser una alternativa justa. Un escenario en el cual, por la mala enseñanza bíblica, muchos cristianos asumen que están invadiendo un terreno extraño para ellos, alejándose de la seguridad de sus templos. Entonces, ¿cómo combatir eso si muchas de nuestras iglesias han dejado de ser centros de enseñanza bíblica, para convertirse en centros de entretención? El propio apóstol Pablo en 2 Timoteo 4:1-4 encareció a Timoteo a predicar la sana doctrina porque llegaría el tiempo en el que las personas tendrían comezón de oir fábulas o cuentos y no la Palabra de Dios.
¿Cómo combatir esto si muchas de estas iglesias por la falta de profundidad bíblica de sus líderes, han abrazado el pensamiento secular? ¿Cómo convencer a los más débiles, de que estas tres causales no son más que una estrategia? Una estrategia para llevarnos a una zona de transición, que le permita a una sociedad mayoritariamente conservadora como la nuestra, avanzar al aborto libre en un proceso menos traumático ¿Cómo convencerlos de que estas tres causales no son más que el prólogo de un libro titulado “aborto libre”? ¿Cómo lograr que esa gran masa silente que hoy prefiere no participar del debate, entienda que la verdadera voluntad de Dios es que alcen su voz en defensa del derecho a la vida de todo ser humano? ¿Cómo lograrlo, si muchos de sus pastores y líderes no han estado haciendo bien su trabajo instruyéndoles acerca de cual es esa voluntad?
Estos líderes no pueden seguir incurriendo en el mismo error de aquellos líderes. No pueden seguir dándole al Evangelio un sentido material que no tiene. Es necesario que vuelvan a las Escrituras, porque las repercusiones de no hacerlo, van aun más allá de la aprobación de las referidas tres causales. Si no logran comprender la gran importancia que tiene hoy una enseñanza basada en la Palabra de Dios, tal como refiere el Dr. Albert Mohler en su libro The Gathering Storm (“La amenaza de tormenta” traducido al español), el secularismo terminará por reenmarcar la realidad religiosa, política y social que vivimos en occidente. El pensamiento secular entonces dictará sin ninguna oposición lo que es bueno y lo que es malo, lo que es justo y lo que no. Entonces veremos como los valores cristianos sobre los cuales ha sido fundado occidente se desvanecerán como cenizas ante nuestros ojos, consumidos por el fuego del secularismo. Sin duda, todo ocurrirá conforme al designio de la soberana voluntad de Dios, pero es la voluntad de Dios que enseñemos lo que dice la Escritura, porque tal como señala el Pastor Miguel Núñez en la primera tesis de su libro “95 tesis para la Iglesia de hoy”, “Sola Scriptura es el principio sobre el cual la iglesia evangélica de hoy, en nuestra región, se levanta o se cae”.
Esa es la herramienta más poderosa que tiene el cristiano para poder resistir los aprestos del mundo de querer rediseñar los conceptos de la justicia, de la vida, de la dignidad humana y de lo que es moralmente correcto. Pero para ello necesitamos líderes cristianos cada vez más comprometidos con las verdades bíblicas. Cada vez más dispuestos a defender esas verdades y a instruir a los creyentes en lo que es correcto y lo que es justo a la luz de lo que dicen las Escrituras y no a los ojos del mundo. En fin, necesitamos que, a diferencia de los fariseos y los escribas del primer siglo, los pastores y líderes cristianos de hoy, hagan bien su trabajo. Lo necesitamos, porque será muy difícil resistir la embestida de este proceso de secularización que avanza con gran ímpetu en occidente, contando con tantos cristianos superficiales llevados por doquiera de todo viento de doctrina como dice Pablo en Efesios 4:14, o como deja entrever Theo Dooner, en su obra “Posmodernidad y Fe”, con tantos cristianos superficiales que aunque tienen un kilómetro de ancho, solo tienen un centímetro de profundidad.