
Samuel Comprés
Hoy me levanto con la alegría de saber que nosotros somos la Iglesia, y que nada y nadie podrá impedir la adoración de un corazón agradecido de Dios; pero al mismo tiempo con la tristeza de no poder ir al templo a reunirme con mis hermanos como es costumbre para aprender y adorar juntos.
Esa iglesia que durante siete meses ha tenido un riguroso sometimiento al protocolo sanitario, perdiendo incluso parte de la esencia nuestra, como la expresión del amor fraternal y el saludo con ósculo santo, la imposición de las manos, la unción de los hermanos con aceite, la limitación a un listado de asistencia, el dejar los ancianos y niños en casa entre otros sacrificios.
Siento tristeza porque la Iglesia está siendo juzgada dentro de un grupo que ni por ética, ni por servicio, ni por la entrega, ni por obediencia, ni por respeto a las leyes, ni por lo que significa la iglesia para la nación deberíamos estar ahí.
La iglesia es tratada junto con los colmadones, en el mismo lugar de los gimnasios, restaurantes, parques, bares, así como igual a otros lugares con menos dignidad.
Creo que Dios está avergonzado de que ubiquen su Iglesia, por la que Cristo derramo su sangre, y la que durante la pandemia no ha dejado por un instante de estar ayudando y sirviendo desde sus templos como un ejército en pie de guerra al frente de batalla, corriendo riesgos aún, hemos perdido soldados valiosos en medio de este tiempo.
La iglesia es el equipo más grande de colaboradores sin paga y sin salario que tendrá cualquier Estado o Gobierno, con mayor entrega, sacrificio y con mayor capacidad de fortaleza, de servicio, promotores del bien, del orden, la ley, de salvación y de esperanza.
La iglesia en su pobreza trabaja más con menos.
Hace más obra social que el gabinete social sin discriminación de colores.
Trabaja con más mujeres que el Ministerio de la Mujer.
Trabaja con más niños que CONANI.
Trabaja con más jóvenes articulados que el Ministerio de la Juventud.
Forma miles y miles de músicos en los barrios
Ninguna institución trabaja más con los pobres, indigentes, como la iglesia.
Que hacen los bares por la nación?
Que hace un colmadon por sus barrios?
Que hace un gimnasio por su comunidad,
A cuantas personas salva, aconseja, ayuda a salir de una depresión, de un vicio, o alimenta, un parque?
En fin, estoy muy gozoso porque soy la iglesia y triste porque los templos hoy están cerrados.
