Por. Pantaleón Viola
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En el infinito azul de lo infinito,
En nuves diluidas, en el aire miedoso, que no mueve una hoja,
En aves corriendo apresuradas.
Entre ellas, las que van a sus nidos y a sus ramas, porque no ven de noche, y las hay otras que han dejado el nido y van tras su presa, porque no ven de día.
Estoy oyendo al perro que canta para Dios.
Como no es para mi, quita mi concentracion, Hay una pared,
detras, el perro, Detras de la pared, estoy mirando a Dios.
… Ahora el aire se ha mecido y danzan las hojas para Dios, pero no saben ellas, ni el perro, ni el aire, ni las nubes, ni las aves, que en ellos Estoy mirando a Dios.