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El pastor Dio Astacio tiene que ser consistente con el rol que desempeñó en la campaña de Abinader

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Por Tomás Gómez Bueno

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Era de esperarse que al pastor Dio Astacio no lo colocaran como titular del Plan Social de la Presidencia de la República, no por falta de méritos ni de competencias para el cargo, sino porque su designación en esta dirección del gobierno hubiese contrariado la dinámica a la que tradicionalmente nos han acostumbrado los políticos, y el presidente electo Luis Abinader, es eso, un político, no podemos pedirle más.

La política tiene sus momentos, y esto tiene que ser comprensible. Un momento es el de la campaña, el momento del candidato, y otro es el momento del presidente electo. He visto reacciones muy duras hacia Luis Abinader, porque en momento de su campaña dijo que a colocaría a Dio Astacio como titular del Plan Social de la Presidencia y ahora designa a la señora Yadira Henríquez como directora de esa dependencia.

Ya algunos han comenzado a resabiar con amargura contra el presidente electo, simplemente porque sus muy particulares expectativas no fueron satisfechas. Apenas pueden entender que la realidad política no es rígida ni estática, que es cambiante, y que en un momento un político puede pensar sinceramente hacer una cosa, pero la realidad le impone otra. Escuché a más de uno decir: “Abinader le va a entregar a las iglesias evangélicas el Plan Social de la Presidencia”. Son cosas que simplemente se dicen pero que tiene poco asidero dentro de la realidad.

Ahora, Dio Astacio no está en el aire. Si el rol del pastor Dio Astacio en la campaña política fue conectar la voluntad del votante evangélico con la oferta de cambio de Luis Abinader, su función ahora que Abinader es el presidente electo, es conectar a los evangélicos con la realidad de los cambios que se propone llevar a cabo el próximo mandatario.

Es Astacio, con la colaboración de todos, quien tiene que convertirse en un artífice capaz de hacer una reingeniería institucional que contribuya establecer un marco de relación Iglesia-Estado que se corresponda con una real transformación de los vínculos que deben mantener estas dos instancias sociales. Todo, con el tacto necesario para que la vida y la misión de la iglesia no se contamine, pero que tampoco quede ajena a la realidad histórica a la que estamos asistiendo hoy.

Los ministros de Dios tenemos un rol trascendente, no solo somos pastores de la iglesia, somos pastores de todos los espacios donde la soberanía de Dios se manifiesta, y la sociedad y el Estado son ámbitos en que la soberanía y gloria de Dios tienen que manifestarse.

Por eso soy partidario de que tenemos, desde una pedagogía evangélica, que comenzar a desarrollar una teología del poder en la que podamos avanzar, bajo la dirección del Espíritu Santo, a la comprensión de una iglesia que se mueva en dirección al propósito de Dios para la vida. Una iglesia que active su influencia y presencia no solo a favor de un grupo, sino de toda la sociedad.

Hermano y amigo Astacio, usted escogió relacionar el voto evangélico con la propuesta de cambios de Abinader, ahora sea consistente con su selección y trabaje para relacionar de la forma más viable y eficaz posible a la comunidad evangélica con los esfuerzos que desde el gobierno se estarán haciendo para implementar cambios que deberán tener impacto en toda la sociedad en general.

Amigo Dio, usted es una pieza clave para desempeñar este rol histórico, para ser voz representativa y profética en esta coyuntura en la que el Señor lo ha puesto, para que con la colaboración y asistencia de todos avancemos hacia un país mejor.

Oremos por nuestro hermano pastor Dio Astacio.