Inicio Opinión Sanky-Panky: Crónica a ritmo de sol, mar y arena

Sanky-Panky: Crónica a ritmo de sol, mar y arena

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Maguá Moquete Paredes (maguamoqueteparedes@gmail.com)

Un mundo que posee sus propias reglas y cuyo territorio es definido por ellos, si es necesario, con violencia. Las playas son su segunda casa, su centro de operaciones. En ella socializany realizan lo que es el motivo de su existencia en dichos lugares: la conquista de algún turista, mujeres y, en menor medida, hombres que han venido atraídos por el sol caribeño, lasplayas y… el sexo. El sexo fácil y la prostitución en todas sus dimensiones.

Los sanky-pinkies son los encargados proporcionados. Escomo si tuvieran incluidos dentro del «paquete turístico» que preparan las agencias de viajes. Y a cambio de sus rasgos exóticos y habilidades amatorias, ellos ganan elacceso arestaurantes de lujos, discotecas, casinos, habitaciones de hoteles confortables, dólares, euros, ropa, y hasta drogas…, y tal vez irse del país con alguna extranjera que se haya prendada de sus encantos. La vida de todo sanky, y la razón por la cual es común encontrarles a lo largo de todas las costas del país, sobre todo en   aquellas que    poseen infraestructuras hoteleras, como la de Sosúa, Cabarete, Puerto Plata, Juan Dolio, Boca Chica y Las Terrenas.

La palabra   sanky-panky, es al igual que otras muchas en nuestroidioma, producto de los seres    humanos a variar las palabras por una más cómoda de pronunciar.  Su génesis proviene de hanky, indicativo en inglés de turbio, escamoteo, manipuleo o enredo.  Con el tiempo, esta acepciónllegó a ser sinónimo de los “beach boys”o muchachos de la playa.

El hanky evolucionó a sanky, como una construcción lingüística que coloca la «s» del artículo «los», como prefijo de la frase hanky-pankies. Como tal, los hanky-pankies se convierten en sanky-pankies.

La International Development Research Centre, IDRC (Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo), es una corporación federal canadiense de la corona, en un estudio social, indica que: «Como una especie desotto voce (voz baja) se habla de lo cuestionable y arraigada que está la filosofía de vida de este grupo poblacional, y la imagende sexo fácil o putaísmo (amor de o oportunidad) que se havendido en la República Dominicana».

Los sanky-pankies   se convierten en   gigolos y seductores, sonmusculosos o atléticos, bailan los ritmos afrolatinos, norteamericanos y europeos; con sus movimientos lascivos llevan a la mujer a un nivel deexcitación total que reclama el contacto íntimo. Su psicología es «viajar», y su olfato puede distinguir a las francesas, españolas, norteamericanas, canadienses, etcétera… Es tal visión, que hastapueden conocer laascendencia, descendenciau origen caucásico de las turistas. El «affair» con las extranjeras   puede comenzar   en la   playa, continuar en los cafés, tabernas, pubs, discotecas y restaurantes estilo europeo. Son espacios para «flirtear». Con su base de supervivencia logran   aprender idiomas, dialectos o frases oídas que comunican con habilidad única.

De otro orden, el primer escenario más estrecho entre los empleados de los centros hoteleros de las costas son las áreas de trabajo. O sea, los departamentos deanimación, alimentos y bebidas para los visitantes. Estos encuentros sonfundamentales, porquese da la relación cercana entrehombre-turista y mujer-turista. Este tipo de trabajador sexual es el más»profesional», a juzgar por la maneraen que lleva la   relación. Es propiamente al que le cabe el término sanky-panky, porque no se dedica a otra cosa que no sea seducir a las turistas.

Estos actores de la playa, no se ligan sentimentalmente con la mujer, sino que ven la relación como una especie de oficio o labor cotidiana. En lo que sí se involucran es en descifrar la idiosincrasia de cada mujer, para así saber cuál es la manera más certera de abordarlas bajo la poesía de sol, la arena, y como testigo el mudo mar.

El turismo también nos ha traído el Síndrome de lnmuno  Deficiencia Adquirida (SIDA) u otras enfermedades infectocontagiosas.   Según estudios   es alarmante    el contagio de   esa enfermedad   en la costa atlántica de Puerto Plata. Es terrible el hecho, pero si se toma en cuenta que el negocio de la compra y venta de sexo sigue. Entonces, los niveles de pobreza precisa que   forzosamente la infección sigue su cauce poblacional.

Los sanky-pankies viven un mundo de aventuras y fantasías, sueñancon   una turista que lo ponga   en «bien». Por desgracia, el SIDA y lasadiciones psicotrópicas o narco dependientes nose ven en la cara, y al despertar se encuentran con la realidad que es demasiado tarde: la muerte.

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