Francia: Rodeada de problemas familiares, Sabrina optó por huir de casa a los 15 años. A raíz del mal ejemplo de su progenitor, se sumergió en la marihuana. El consumo de las drogas se convirtió en un hábito diario para ella. A los 17 años, se fue a vivir con su novio, pensando que había encontrado a alguien estable, pero se dio cuenta que también era un adicto.
Desde entonces, Sabrina entró al mundo del crimen. Inició traficando drogas y comercializando dinero falso. Poco a poco, comenzó a perder el control, sumergiéndose en una vida de mentiras. Su vida había tocado fondo. Fue entonces que decidió terminar con su vida, ingiriendo gran cantidad de drogas, causándole una sobredosis.
Sabrina dice que después de ese intento de suicidio, se despertó en UCI, con tubos por todas partes. “El pronóstico de los médicos para mí era la muerte, pero no fue así. Recuerdo que, en la sala de hospitalización, en mi soledad, vi a mi primo (cristiano), por vez primera él oró por mí”, cuenta Sabrina.
Desde entonces Sabrina tuvo curiosidad por conocer a Jesús. El encuentro esperado llegó a ella: «Recuerdo que un día me arrodillé, y al instante sentí una fuerte paz y un amor que nunca había experimentado antes. Era Dios», dice Sabrina.
Sabrina regresó a la escuela y encontró un departamento. Luego buscó a sus padres y les pidió perdón. Hoy, la joven cristiana menciona que “el amor de Dios sobrepasa el entendimiento, es real y fiel”.
Impacto Evangelístico
