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EL RENCOR

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Un ingrediente que aporta mucha salud y días buenos a la existencia del ser humano, es el amor. Definitivamente la gente que ama es gente saludable. Entre las características que el apóstol Pablo pone de manifiesto relativas al amor en 1 Corintios 13, existe una a la que me quiero referir, y es que el amor «no guarda rencor».

El término griego que se traduce «no guarda rencor» es logizomai (λογίζομαι) Se usa: (a) de cálculos numéricos (Lc 22:37); (b) metafóricamente, de considerar las características o razones, contar algo como siendo alguna cosa (Ro 2:26) Se traduce como «atribuir» en Ro 4:6. (W. Vine, Diccionario Expositivo de palabras del Nuevo Testamento). En el griego secular esta palabra se usa (a) comercialmente para «calcular», «cobrar», y (b) más en general para «deliberar», «concluir».(Kittel, G., Friedrich, G., & Bromiley, G. W. (2002). Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (p. 525). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Entonces, Logizomai es un término del ámbito de la contabilidad que se refiere al acto de registrar mediante un asiento contable una transacción. Por lo cual, cuando alguien decide guardar rencor, determina hacer un asiento contable en su corazón de una ofensa, con esperanza de cobro futuro. Contrario a esto, el amor perdona, elimina la posibilidad de dañar el corazón con registros en cuentas por cobrar. En el catálogo del que ama no existen cuentas por cobrar. Y todo aquel, que, en lugar de perdonar se consuela con cobrar (vengar) la ofensa, no tendrá paz, aun si llegare a cobrarla diez veces

Perdón es una de las manifestaciones menos comunes de amor en el ser humano, y es la antítesis del rencor. En el Padre nuestro hayamos: «Y perdónanos NUESTRAS DEUDAS, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Mat. 6:12» Al mirar esto, podemos concluir que perdonar es renunciar al cobro de una ofensa (venganza), y optar por el borrón y cuenta nueva. En efecto, la palabra griega que usa el Nuevo Testamento para perdón en el Padre Nuestro es afiemi (ἀφίημι), básicamente significa dejar, permitir, consentir. Es exactamente lo que hace Dios con los deudores en la parábola contada por nuestro Señor: «Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; Y NO TENIENDO ELLOS CON QUÉ PAGAR, PERDONÓ A AMBOS. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Luc. 7:41-42» Significa entonces, de acuerdo con la parábola, que cuando Dios perdonó a ambos deudores, borró el registro sobre la deuda que ambos tenían. Es exactamente lo que debe ocurrir cuando perdonamos.

Cuando decidimos en nuestras vidas perdonas, estamos decidiendo tener salud. Las consecuencias de perdonar están claras en la Biblia.  En primer lugar, dice el Señor: «si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas», porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. Santiago 2:13 (Mat. 18:23-35). Y, en segundo lugar, la deuda (ofensa) pendiente o no perdonada, producirá en nosotros amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Ef. 4:31), por tanto, dice el verso 32 de Efesios 4: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, PERDONÁNDOOS UNOS A OTROS, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».

Un corazón lleno de odio y rencor, es un corazón controlado por la amargura, el enojo y cosas por el estilo.  Un corazón así no glorificará el Nombre de Dios, ni aportará a nuestra salud. Dios nos ayude.

Pastor Alberto Moneró Rijo