El pensamiento de Jesús nunca ha sido reconocido, en los textos de los autodenominados intelectuales seculares del mundo. Pero Jesús es el único pensador cuya “retórica” conceptual ha transformado vidas, familias, sociedades e imperios; no hay un pensamiento más revolucionario y renovador que el de Jesús; Y su Evangelio es el único pensamiento que trasciende la letra de la oferta, e ilumina y transforma a todos los que han de creer. Por eso, todos los que hemos recibido la vida abundante de Jesús, decimos con pruebas indubitables, que Jesucristo es el único camino, la verdad y la vida. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Jesús fue indiferente a los fueros y mercedes, que la sociedad dominante proveía a los dominados para controlar sus vidas. Jesús en cambio, usaba estratégicamente los recursos naturales para ejecutar su proyecto de vida; Por ejemplo, Jesús usó como plataforma para el lanzamiento de su misión, tres eventos que no provocaron ningún temor a los grupos religiosos, filosóficos y políticos de la sociedad: el bautismo en el Jordán, la tentación en un monte y la lectura en la sinagoga; en el Jordán se confirmó que Jesús es el Hijo de Dios; en el monte se reveló que Jesús es el Señor; y en la sinagoga se justificó que Jesús es el Salvador. En el Jordán se mostró el Evangelio de Justicia; en el monte se exhibió el Evangelio de Poder; y en la sinagoga se plasmó el Evangelio de Salvación.
Jesús fue indiferente a su casta sacerdotal y a su puesto probable como rabino en la sociedad intelectual; por estar concentrado en su mesianismo revolucionario y transformador.
Jesús fue indiferente al sistema político y religioso del Sanedrín; incluso no le llamó a la atención ser de la clase dominante de los Fariseos, Saduceos y Esenios. Nunca le interesó roces algunos con los grupos revolucionarios y beligerantes como los Zelotes; mucho menos con los corruptos políticos de Estado como los Herodianos. Fue indiferente a la fama que su ministerio de milagros le aportó, y aun sus obras de amor por los necesitados, que les sumó fama y gloria humana; él nunca lo procuró ni lo usó; por eso, los Evangelios registran las veces que Jesús rechazó y aún huyó, cuando la sociedad lo quería hacer su rey político. Jesús en su caminar por Palestina, dejó la huella del Indiferente a la fama, a la política de Estado, al sistema imperial, a la sociedad religiosa, filosófica, mafiosa y política; Jesús no los despreciaba pero no le interesaba, porque no encontró en ninguno de ellos, los motivos, principios y finalidades para darle el cambio verdadero a la sociedad Judía y al mundo.
Jesús fue indiferente a la pomposidad, intelectualidad y a la vanidad; su conducta y accionar social fue interpretado como un rebelde al statu quo político, social y religioso que faranduleaba con el Estado y el Imperio; por eso fue fuertemente amenazado y atacado, por la sociedad poderosa del Estado; ya que Jesús modelaba y exhibía una vida austera, piadosa, santa, verdadera y justa; recibió varios atentados a pedradas y fue vigilado y despreciado por los sectores económicos, que se enriquecían del analfabetismo del pueblo, con asuntos de enfermedad y fenómenos espirituales. La rígida postura del poder económico, político y religioso contra Jesús; provocó que Jesús llevara una contracultura radical, que ha sido definida por teólogos como una contracultura integral e integrada, donde no solo el hombre es liberado, sino su entorno familiar, social y político.
Jesús nunca fue indiferente a los convenios religiosos caducos, que esclavizaban al pueblo; por eso enseñaba en los días de reposo. No fue indiferente a las opresiones demoníacas, por eso liberó a muchas personas que tenían espíritus de demonios inmundos. Nunca fue indiferente a los problemas de sus allegados, por eso, cuando la suegra de Simón tenía una gran fiebre; Jesús Inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía. La indiferencia siempre estuvo ausente en Jesús, cuando veía a la multitud de enfermos de diversas enfermedades, que los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De ninguna manera fue indiferente a los denigrados y abusados como la mujer, por eso, es Jesús la única verdadera liberación a la mujer; los ejemplos son la mujer siriofenicia, las mujeres que les servían con sus bienes, la mujer adúltera, la mujer samaritana, la mujer que ungió a Jesús, etc. Cuando Jesús caminaba por aldeas y pueblos, nunca fue indiferente de los marginados; por eso, por donde Jesús caminaba los ciegos veían, los cojos andaban, los leprosos fueron limpiados, los sordos oían, los muertos eran resucitados, y a los pobres se les anunciaba el evangelio; y cuando sus seguidores tenían hambre tomaba panes y peces, miraba y clamaba al cielo, y dando gracias a Dios; los multiplicaba y los repartía a las gentes. Desde luego que nunca fue indiferente a la realidad pecaminosa y de perdición del ser humano, por eso predicó: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
La indiferencia de Jesús siempre fue el pertenecer al sistema vano y opresor; pero nunca fue indiferente al dolor del pecador perdido, de los pobres que producen los sistemas injustos y corruptos capitalistas y socialistas; de los marginados y controlados por el neoliberalismo que claman por las calles por un Mesías Salvador, que es Jesucristo el Señor.
Rolando Diaz