Por Dionicio Hernández Leonardo
Hoy, 22 de agosto, es el Día internacional de conmemoración de las víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) mediante la resolución No. 73/296 del 28 de mayo de 2019. En su primer considerando, la ONU reafirma los propósitos y principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en lo concerniente a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
Los episodios más cruentos por asuntos religiosos que recoge la historia son: 1) Las Cruzadas (1095 a 1492); 2) la inquisición o “santo oficio” (1184 a 1821); 3) las guerras religiosas francesas, escenificadas entre católicos y calvinistas (1562 a 1598); 4) el antisemitismo, que aún se practica contra los judíos; 5) los atentados yihadistas, que sólo en el 2018 mataron más de 10 mil seres humanos en 37 países. Lo que no se comprende es que, en el mundo cristiano, por ejemplo, se establece que Jesucristo vino a proclamar una cultura de amor, paz y perdón, tal como nos revela el evangelista Juan en la biblia, capítulo 14, versículo 27, cito: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Pero, el fanatismo hace otra cosa.
Termino esta nota con un pensamiento de Voltaire: “La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio”.