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Crisis moral en RD

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Lo que sucedió en la Cámara de Diputados confirma la gravedad de la crisis moral que vive nuestro país en la actualidad.

Lo que preocupa no es solo la desfachatez con que el poder se desvincula de la palabra empeñada, sino la indolencia con que la población recibe la noticia. ¡Estamos mal, pero muy mal!

A partir de ahora, si no cambiamos de rumbo, estamos en la ‘ley de la selva’: el que tiene más fuerza es el que gana, y no valen principios, ni reglas de juego, ni palabra empeñada. Ante cada crisis hay que golpear primero, y aclarar después, pues no valen los acuerdos. Con esto violamos el principio fundamental del contrato social como es el respeto de las reglas y la palabra empeñada. Fuera de eso solo queda el uso del poder incluyendo la arbitrariedad. La diferencia entre barbarie y civilización es la sujección a las reglas que hayamos fijado. ¡Estamos mal, pero muy mal!

En Derecho se afirma que un acuerdo entre las parte tiene fuerza de ley y obliga a su cumplimiento, y se esto se cumple como si fuera una ley escrita y refrendada por el poder público. ¿Que alguien jure y perjure que no va a hacer una cosa, y luego la haga como si nada? ¿Que alguien prometa hacer algo, y luego no lo haga sin la más mínima explicación ni petición de disculpa? ¡Estamos muy mal, pero muy mal!

Si este modelo de conducta se generaliza -como tiende a suceder- desaparece la posibilidad de vivir en sociedad, pues cada acuerdo requerirá una custodia armada, es decir, poder militar para obligar a la otra parte a cumplir. Si quiero coger fiado, debo dejar algo en garantía, y si voy a casarme, debo pagar una dote. Nada puede hacerse ‘por tu linda cara’, sino que tu palabra tiene que garantizarse con algo contante y sonante.

Y lo peor no es el hecho mismo, sino el silencio cómplice de los miembros de los organismos decisorios del partido oficialista. Sancionar esa inmoralidad con una respuesta de silencio es actuar como un esbirro en la era de Trujillo, pues entonces se trataba de una abierta dictadura, pero ahora supuestamente estamos en democracia. ¿Nadie se atreve a enfrentar el poder? ¿Nadie tiene cojones suficientes para decir lo que hay que decir cuando la cosa se pasa de la raya? ¡Estamos mal, pero muy mal!

Avergüenza el voto favorable a esa iniquidad de cuatro miembros del opositor PRM. ¿Pero es que ese partido no tiene un comité de disciplina? ¿Es que todo se puede hacer sin recibir consecuencias? El punto es que, si no demuestran disciplina desde la oposición, es más difícil que lo demuestren desde el gobierno. ¡Estamos mal, pero muy mal!

Por si le sirve a alguien, me permito recordar las palabras de Cristo: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mt.5.37)… Perdóneme, señor Presidente, pero, ¿se puede confiar en su palabra?

José Dunker