La Biblia declara que Dios es invisible. Él es la imagen del Dios INVISIBLE… (Col. 1:15); Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, INVISIBLE…(1Tim. 1:17); Porque las cosas INVISIBLES de él…(Rom. 1:19); …. porque se sostuvo como viendo al INVISIBLE (Heb. 11:27).
La Biblia también declara que Dios NO PUEDE SER VISTO: «el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto NI PUEDE VER, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. 1 Timoteo 6:16»
La Biblia aún más, declara: «A Dios nadie le vio jamás, Juan 1:18», «Nadie ha visto jamás a Dios, 1 Juan 4:12 (4:20)», «No que alguno haya visto al Padre, Juan 6:46» El Dios infinito, que trasciende espacialmente los cielos de los cielos (1 Reyes 8:27), sustancialmente espíritu (Juan 4:24), es enteramente invisible y su habitación es inaccesible (1 Tim. 6:16).
El Apóstol Juan cuando declara: «A Dios nadie le vio jamás (RVR); Juan 1:18» «Nadie ha visto jamás a Dios (Las Américas), Juan 1:18», usa el tiempo perfecto griego, dándonos a entender que Dios no pudo ser visto en historia pasada, y esa verdad aplica para el presente, y para el siglo venidero. Y para remachar el asunto añade: «el Unigénito que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer»
Significa entonces, que el Dios invisible se ha revelado a través del unigénito (Jesucristo). Conocer (ἐξηγέομαι) lit. conducir afuera. Significa dar a conocer, contar, declarar (W. Vine). Este verbo está en Aoristo medio, lo cual indica una realidad puntual con proyecciones eternas, o sea, que la esperanza de ver a Dios se concretará cuando veamos al Unigénito (Jesucristo). La voz media que acompaña al Aoristo, implica que cuando el Unigénito dio a conocer a Dios, al mismo tiempo, se dio a conocer a sí mismo, resultando, que el que ha dado a conocer a Dios, es Dios.
Las apariciones (Teofanías) de Dios en la antigüedad, el Dios que hablaba con Adán y Eva en el Edén, el Ángel de Jehová, el Príncipe del ejército de Jehová, el varón que luchaba con Jacob, el cuarto en el horno de fuego, el Señor sentado en su trono alto y sublime, visto por Isaías, el que hablaba con Moisés cara a cara, el Hijo del hombre que vino hasta el Anciano de días, es el Unigénito Hijo, que dio a conocer a Dios.
El que ha visto a Jesús ha visto al Padre (Juan 14:9), porque en Él habita toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9); Él es el resplandor de la gloria de Dios (Heb. 1:3); la imagen del Dios invisible (Col. 1:15). De manera que, si alguno quiere conocer a Dios, obligadamente tiene que conocer a Jesús, porque: «Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Mat .11:27. Dios nos ayude.
Pastor Alberto Moneró Rijo