Por Dionicio Hernández Leonardo
Un día como hoy, 17 de junio de 1905, murió, a los 68 años de edad, Máximo Gómez Báez, en la Habana, Cuba. Fue un patriota dominicano y líder latioamericano, que a la edad de 20 años se unió al ejército para combatir a los invasores haitianos que persistían en la idea de ocupar nueva vez el territorio dominicano. Se bautizó como guerrero al lado del general dominicano José María Cabral en la Batalla de Santomé, el 22 de diciembre de 1856. Luego, cuando se produjo la anexión a España, en 1861, Máximo Gómez, obligado por las circunstancias, dio un giro inesperado al apoyar la entrega de la soberanía a España. Al finalizar la Guerra de la Restauración, en 1865, emigró a Cuba.
En su estadía en Cuba, Máximo Gómez desertó del ejército español y se dedicó a la agricultura. Luego, se sumó al ejército revolucionario que procuraba la independencia cubana; participó activamente en la Guerra de los 10 años. Al producirse la derrota de los independentistas, en 1878, salió de la isla con rumbo a Jamaica, donde se dedicó a labores agrícolas. Luego, residió un tiempo en Honduras, y otro en Costa Rica. En su estadía en Centro América, estableció contactos con Antonio Maceo y con José Martí. En 1888, regresó a la República Dominicana. En 1895, firmó con José Martí el «Manifiesto de Montecristi», y regresó nueva vez a Cuba, a pelear por la independencia de dicho país, donde tuvo un rol estelar como militar y como estratega. Al producirse la muerte de José Martí, asumió el liderazgo de los independentistas cubanos. Finalmente, Máximo Gómez fue enterrado en la Habana con el título de Libertador de Cuba.
Termino esta nota con un pensamiento de Simón Bolívar: «La gloria está en ser grande y en ser útil».