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El Fariseísmo

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El término “fariseo” (φαρισαῖος) promana de una palabra aramea, peras (que se halla en Dn 5:28), que significa separar, debido a una manera de vivir diferente a la de la generalidad de la gente.  En efecto, fariseo significaba “separado”, como eran llamados. Incluso, de acuerdo a la historia, el término llegó a ser sinónimo de “judaísmo”.

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Los fariseos muy probablemente surgieron después que el pueblo de Israel fue exiliado a Babilonia en el 586 a. C. por el rey Nabucodonosor.  Este grupo fue conformado con el propósito de que la ley de Dios fuese atendida por todo el pueblo, puesto que ellos consideraron que la desobediencia a la misma trajo como consecuencia el exilio a Babilonia.

Ahora bien, así como muchas cosas al principio inician con buen objeto, y luego, con el paso del tiempo se distorsionan, así ocurrió con los fariseos.  Su rígida exegesis de la Ley Mosaica, más el apego a la tradición de los ancianos, como si se tratase de la ley de Dios, combinado con un sentimiento de nacionalismo, llevó a los fariseos a entender que eran los redentores del pueblo de Israel, y terminaron envanecidos.

La doctrina de los fariseos era correcta (Mateo 23:3); creían en la resurrección, en ángeles, espíritus (Hch. 23:8); el apóstol Pablo como hombre podía gloriarse de ser fariseo (Fil. 3:5).  ¿Qué ocurrió entonces, que con el paso del tiempo el término FARISEO llegó a ser sinónimo de hipócrita? ¿Cuáles cosas ocurrieron para que el Señor los condenara, aunque no así su doctrina?

Cinco cuestiones importantes aquí, que parecen contestarnos estas interrogantes. A) Tenían buena doctrina y la enseñaban correctamente, pero no la practicaban (Mat. 23:3, 4); B) Pusieron un énfasis especial en los actos religiosos, ceremonias, y tradiciones de su raza (Mat. 23:16-23; Luc. 18:9-14); C) Buscaban la aprobación de los hombres, antes que la de Dios (Mateo 6:2, 5, 16; 23:5-7); D) Pusieron un especial énfasis en lo externo (Mt. 23:25-27); y E) Tenían un concepto de sí mismos de ser mejores que el resto de los hombres (Lucas 18:11).

Por tanto,  cuidado con caer en el error que los fariseos cayeron; cuidado con condenar a otros; cuidado con ser vanos religiosos que se cuidan delante de los hombres y no de Dios; cuidado con el legalismo que acusa, y que se alimenta de los errores de los demás, y condena.  Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. (Salmos 51:17). Dios nos ayude.

Pastor Alberto Moneró Rijo