
Estudiosos del comportamiento humano descubrieron que nuestra conducta y autoestima está dictado por nuestra propia predicción de cómo seremos percibidos por los demás. Esto significa que nos amoldamos de acuerdo a cómo creemos que otros nos ven. Y aunque no parezca cierto, esto se ve reflejado en nuestras acciones de la vida diaria e incluso las redes sociales.
Por ejemplo, en redes sociales como Facebook o Instagram podemos parecer divertidos, sociables y relajados. Mientras que en LinkedIn proyectamos una imagen más seria y profesional; y en Pinterest nos vemos más artistas y creativos. Según los estudiosos, todos tenemos varios ≪yo cibernéticos≫: versiones de nosotros mismos que elegimos presentar en internet. Sin embargo, esto no sólo sucede en el mundo virtual sino también en el real.
Por ejemplo, si nos mudamos de ciudad o ingresamos a un nuevo centro de estudios o trabajo, creemos que las personas esperan que actuemos de una forma y hacemos lo posible para cumplir esos estándares. A este fenómeno se le denomina ≪el espejo del yo≫ y lo aplicamos a diario sin darnos cuenta. Los expertos afirman que ≪las personas buscan constantemente crear coherencia entre sus mundos internos y externos y, por lo tanto, continúan percibiendo, ajustándose y luchando por el equilibrio a lo largo de sus vidas≫.
La ventaja de esto es que, por un lado, puede ayudarnos a ser mejores. Sin embargo, por otro, hace que constantemente estemos buscando la aprobación de los demás. Nosotros mismos creamos estándares en base a lo que creemos el resto espera de nosotros, y es así como llegamos a convertirnos en alguien que no somos.
Debemos tener un balance entre el esmero por ser mejores y no perder la esencia de quiénes somos. Caso contrario nunca estaremos satisfechos con nosotros mismos y pasaremos el tiempo intentando complacer las demandas de quienes nos rodean.
Fuente: cvclavoz