“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.” Salmos 84:10 (RVR)
Muchas veces pensamos con cierta ingenuidad que la iglesia a la que asistimos debiera ser perfecta. Que la gente nos ama tanto que jamás nos criticaría o lastimará con palabras o actitudes. Sin embargo, cuando volvemos a la realidad, debemos reconocer que no todo es como lo imaginamos. Teniendo en cuenta que la iglesia se compone de seres humanos y como tal, cada uno de ellos tienen falencias, por ello, es importante renunciar a la utopía de “La iglesia perfecta” y empezar a valorarla en lugar de criticarla. Y sólo entonces podrás decir como el salmista: “Lo único que le pido al Señor—lo que más anhelo—es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo.” Salmos 27:4 (NTV) Porque aunque no sea perfecta, la presencia de Dios mora en ese lugar.
Fuente: cvclavoz